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miércoles, 29 de septiembre de 2021

04. La autoconciencia duplicada

 

La autoconciencia es en y para sí en cuanto que y porque es en sí y para sí para otra autoconciencia; es decir, sólo es en cuanto se la reconoce. El concepto de esta unidad de la autoconciencia en su duplicación, de la infinitud que se realiza en la autoconciencia, es una trabazón multilateral y multívoca, de tal modo que, de una parte, los momentos que aquí se entrelazan deben ser mantenidos rigurosamente separados y, de otra parte, deben ser, al mismo tiempo en esta diferencia, tomados y reconocidos también como momentos que no se distinguen o tomados en esta diferencia, y reconocidos siempre en su significación contrapuesta. El doble sentido de lo diferenciado se halla en la esencia de la autoconciencia que consiste en ser infinita o inmediatamente lo contrario de la determinabilidad en la que es puesta. El desdoblamiento del concepto de esta unidad espiritual en su duplicación presenta ante nosotros el movimiento del reconocimiento. 

Para la autoconciencia hay otra autoconciencia; ésta se presenta fuera de sí. Hay en esto una doble significación; en primer lugar, la autoconciencia se ha perdido a sí misma, pues se encuentra como otra esencia; en segundo lugar, con ello ha superado a lo otro, pues no ve tampoco a lo otro como esencia, sino que se ve a sí misma en lo otro.

Tiene que superar este su ser otro; esto es la superación del primer doble sentido y, por tanto, a su vez, un segundo doble sentido; en primer lugar, debe tender a superar la otra esencia independiente, para de este modo devenir certeza de sí como esencia; y, en segundo lugar, tiende con ello a superarse a sí misma, pues este otro es ella misma.

Esta superación de doble sentido de su ser otro de doble sentido es, igualmente, un retorno a sí misma de doble sentido, pues, en primer lugar, se recobra a sí misma mediante esta superación, pues deviene de nuevo igual a sí por la superación de su ser otro, pero, en segundo lugar, restituye también a sí misma la otra autoconciencia, que era en lo otro, supera este su ser en lo otro y hace, así, que de nuevo libre a lo otro.

Este movimiento de la autoconciencia en su relación con otra autoconciencia se representa, empero, de este modo, como el hacer de la una; pero este hacer de la una tiene él mismo la doble significación de ser tanto su hacer como el hacer de la otra; pues la otra es igualmente independiente, encerrada en sí misma y no hay en ella nada que no sea por ella misma. La primera autoconciencia no tiene ante sí el objeto tal y como este objeto sólo es al principio para la apetencia, sino que tiene ante sí un objeto independiente y que es para sí y sobre el cual la autoconciencia, por tanto, nada puede para sí, si el objeto no hace en sí mismo lo que ella hace en él. El movimiento es, por tanto, sencillamente el movimiento duplicado de ambas autoconciencias. Cada una de ellas ve a la otra hacer lo mismo que ella hace; cada una hace lo que exige de la otra y, por tanto, sólo hace lo que hace en cuanto la otra hace lo mismo; el hacer unilateral sería ocioso, ya que lo que ha de suceder sólo puede lograrse por la acción de ambas.

El hacer, por tanto, no sólo tiene un doble sentido en cuanto que es un hacer tanto hacia sí como hacia lo otro, sino también en cuanto que ese hacer, como indivisible, es tanto el hacer de lo uno como el de lo otro.

En este movimiento vemos repetirse el proceso que se presentaba como juego de fuerzas, pero ahora en la conciencia. Lo que en el juego de fuerzas era para nosotros es ahora para los extremos mismos. El término medio es la conciencia de sí, que se descompone en los extremos; y cada extremo es este intercambio de su determinabilidad y el tránsito absoluto al extremo opuesto. Pero, como conciencia, aunque cada extremo pase fuera de sí, en su ser fuera de sí es, al mismo tiempo, retenido en sí, es para sí y su fuera de sí es para él. Es para él para lo que es y no es inmediatamente otra conciencia; y también para él es este otro para sí solamente cuando se supera como lo que es para sí y es para sí solamente en el ser para sí del otro. Cada extremo es para el otro el término medio a través del cual es mediado y unido consigo mismo, y cada uno de ellos es para sí y para el otro una esencia inmediata que es para sí, pero que, al mismo tiempo, sólo es para sí a través de esta mediación. Se reconocen como reconociéndose mutuamente.

Hay que considerar ahora este puro concepto del reconocimiento, de la duplicación de la autoconciencia en su unidad, tal como su proceso aparece para la autoconciencia. Este proceso representará primeramente el lado de la desigualdad de ambas o el desplazamiento del término medio a los extremos, que como extremos se contraponen, siendo el uno sólo lo reconocido y el otro solamente lo que reconoce.

Tomado de Hegel, G.W.F. Fenomenología del espíritu

Fondo de Cultura Económica

Págs. 113-115

14 comentarios:

  1. El texto de Hegel para esta oportunidad nos resalta el término de autoconciencia. Comúnmente se puede definir como la capacidad que el ser humano tiene en el momento de tomar conciencia de sí mismo y de esta forma aprender a conocernos, podríamos afirmar que es un término muy destacado por autores desde la psicología evolutiva. En el fragmento del texto de Hegel (s.f) afirma que “Para la autoconciencia hay otra autoconciencia; ésta se presenta fuera de sí. Hay en esto una doble significación; en primer lugar, la autoconciencia se ha perdido a sí misma, pues se encuentra como otra esencia; en segundo lugar, con ello ha superado a lo otro, pues no ve tampoco a lo otro como esencia, sino que se ve a sí misma en lo otro.” En la anterior cita afirma que hay una doble significación de la primer significación podría inferir, que la autoconciencia se ha perdido en el sentido que somos sujetos de deseo de otros sujetos, nos vemos reflejados en otros y este reflejo nos hace sentir que necesitamos algo de lo que tiene ese otro sujeto y que me falta a mí y creo que es ahí donde esa autoconciencia se dispersa. En la segunda significación, se podría decir que en el reflejo que ve en el otro sujeto, se ve a sí mismo y en ese sentido, lo que “siento que me falta a mí algo, y que tiene ese otro sujeto” y eso que me falta, se convierte en un objeto esencial de lucha personal para adosarlo.

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    1. Cesar Augusto, gracias por tu comentario

      La autoconciencia que plantea Hegel NO es “la capacidad que el ser humano tiene en el momento de tomar conciencia de sí mismo” (entre otras porque esa definición es una tautología: “autoconciencia: capacidad de tener autoconciencia”). En tu definición ya hay ser humano; además tiene la “capacidad” de ser autoconsciente. Pero lo que está definiendo Hegel es el estatuto de lo humano, no lo da por presupuesto. Y tampoco es que posea una “capacidad”… ¿te das cuenta de que eso no significa nada? Si uno camina es porque tiene capacidad… y si vuela es porque tiene capacidad… y si no camina es porque no tiene capacidad… y si no vuela es porque no tiene capacidad… ¿Qué explica, entonces, esa palabra? Zuleta se preguntaba, por ejemplo, por la palabra ‘inteligencia’: ¿qué significa? ¿Sería equivalente a decir que tengo ‘caminancia’ porque camino?
      La idea de Hegel NO tiene que ver con lo que plantean los autores de la psicología evolutiva, por la misma razón: porque dan por existente a un sujeto que, justamente se está tratando de explicar. Una prueba de ello: “Se reconocen como reconociéndose mutuamente”, dice Hegel. Si “lo que ha de suceder sólo puede lograrse por la acción de ambas”, entonces NO es que uno reconozca al otro.
      Toca repensar qué quiere decir esa “doble significación” que citas de Hegel.

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  2. Buenas tardes:
    En las primeras líneas del texto se presenta que la autoconciencia es en tanto otra autoconciencia la reconoce, se comprende que el reconocimiento desde esta perspectiva nada tiene que ver con las distinciones honorificas que se hacen a alguien, considero que se relaciona con que un otro asuma la existencia independiente de otro. De ser así ¿tal y como funciona hoy la educación reconoce la existencia independiente de otro?

    Si consideramos lo anterior, estaríamos siempre en la búsqueda del reconocimiento por parte de una otra autoconciencia, entonces ¿el reconocimiento por esa otra autoconciencia seria satisfacción para la primera autoconciencia?

    Por otro lado, la relación que se constituye entre las autoconciencias en de tensión, esto pensado desde las discusiones surgidas en el seminario en relación con el texto de Lacan al considerar que el sujeto busca ser reconocido y ese otro que le reconoce puede también no hacerlo constituyendo una tensión amor/odio.

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    1. María Camila, gracias por tu comentario

      Acá “reconocimiento” NO tiene que ver con distinciones honorificas. Si sabes que eres tú cuando te miras al espejo, si respondes por un nombre… es porque puedes aprehenderte. Parece evidente, pero los animales NO se reconocen. Los pájaros pelean con su propia imagen en el espejo. La paloma madura una glándula cuando ve a otra, ¡que puede ser su propia imagen! En perro ve a otro perro, pero se desentiende de la imagen porque no huele a perro.
      Lo que plantea Hegel hace que tengamos que replantear la idea de “reconocer la existencia independiente de otro”; si relees el texto de la entrega, podrás deducir algo fundamental para la educación: en el ser humano, no hay autonomía. En otras palabras, uno (auto-) NO se rige por su propia ley (nomos), porque está definido a partir de la relación con los otros.
      Estoy de acuerdo contigo cuando dices que la relación que se constituye entre las autoconciencias está marcada por la tensión. Ya lo veremos en palabras del mismo Hegel en la próxima entrega.

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  3. 1. En el proceso de gestación del sujeto se inicia la construcción de la estructura subjetiva, allí se entrega a este nuevo ser la herencia simbólica que le otorga una cultura, sexo, clase social etc., esto le permite posteriormente identificarse/reconocerse (reconocimiento en sí y para sí), ¿puede definirse a la esencia de la autoconciencia como ese estado inicial de construcción subjetiva, donde el ser se constituye en sujeto y por lo tanto, consiste en ser infinita a lo largo de la existencia del sujeto?
    2. El texto propone “Para la autoconciencia hay otra autoconciencia”, esta autoconciencia que está fuera de sí y que invita a ser superada por ser una esencia independiente en ese continuo salirse de sí para retomar a través de otro a sí mismo, en ese sentido ¿podemos afirmar que este procedimiento de la autoconciencia es determinante para los procesos formativos? en tanto que el otro (maestro) propone una suerte de referentes, conocimientos o modelos que provocan en el otro (estudiante) el deseo de apropiarse de lo ajeno y ponerlo a juicio de lo propio, con el animo de derrumbar viejas practicas o paradigmas, volviendo a sí adoptando nuevas formas.
    3. A través de lo que propone el otro, la relación del sujeto con el discurso del otro lo posiciona ya sea en la construcción de saberes o, por el contrario, en la búsqueda de certezas/glosas fijas, en ese sentido ¿ese superar al otro, a esa esencia independiente, podemos relacionarlo con el dominar o lograr el conocimiento, es decir, con obtener un resultado significativo del proceso formativo?

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    1. Johan, gracias por tu comentario

      1. ¿Y no podría ser al revés?: sólo porque las autoconsciencias se producen tal como Hegel lo muestra, es posible que DESPUÉS podamos recibir la herencia simbólica. De otra manera, lo que está explicando Hegel sería superfluo. Eso que llamas “proceso de gestación del sujeto” es justamente lo que está explicando Hegel; en otras palabras, el sujeto ES PRODUCTO del reconocimiento. Tal como dices, la autoconciencia es el estado inicial de la construcción subjetiva. Y, por esa manera de producirse, es INFINITA.
      2. Completamente de acuerdo: el proceso de la autoconciencia que explica Hegel es determinante para los procesos formativos, independientemente de que lo sepamos o no. Ahora bien, estar advertidos posiblemente nos invite a NO introducir tantas maneras de hacer redundantes y excesivas. Ya veremos los lugares de maestro y estudiante bajo esta consideración, pero, en todo caso, no es tan fácil como hablar de ‘ejemplo’, o pensar que el maestro se queda en el ejercicio del reconocimiento.
      3. ¿Qué hace un sujeto con el discurso del otro? ¡Mil cosas! Que construya saber o que busque certezas son apenas dos de esas mil (uno se puede Adherir a las palabras del otro; puede Defenderlas, Simpatizar con ellas, Utilizarlas, Protegerlas, Rechazarlas, Describir su eficacia simbólica, Ser indiferente a ellas, etc.).

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  4. Buena tarde para todos,
    La autoconciencia duplicada, así como su nombre lo indica tiene una doble significación, una que se pierde en si misma para encontrar la verdadera esencia y otra que se encuentra a sí misma en lo otro, llevando esta doble significación a lo educativo se podría decir que, el docente hace parte de la primera significación es decir que pretende reconocer la verdadera esencia del conocimiento y el estudiante de la segunda significación puesto que se encuentra a si mismo a través del aprendizaje mediado por el docente y para lograr la autoconciencia se necesita la acción de ambas significaciones. Ahora bien, si lo anteriormente mencionado es incorrecto surge un interrogante ¿Qué lugar tiene la autoconciencia en la educación? ¿Como involucrar el reconocimiento de la autoconciencia en los procesos evaluativos de la educación, es decir puede existir una relación?

    Gracias

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    1. Alejandra, gracias por tu comentario

      Estoy de acuerdo contigo: por definición, es forzoso pensar la autoconciencia como DUPLICADA: 1.- no puede encontrar en sí misma la verdad; y 2.- se encuentra a sí misma en lo otro.
      Si es así, no hablamos de una propiedad que el sujeto tendría de entrada, sino de que lo que sea el sujeto, 1.- no lo puede encontrar en una introspección; y b.- su especificidad no termina en él, sino en el otro.
      Entonces, ¿qué queda de todos esos estereotipos que circulan en educación?, tales como ‘inclusión’, ‘participación’, ‘diálogo de saberes’, etc. No quiere decir que en esas expresiones no haya asuntos importantes, o que no haya que ocuparse de ellos, sino que son portadores de ideas muy simples que no dan cuenta de la especificidad de la condición humana.
      Vamos a los actores educativos. Si docente y estudiantes obran en relación con el conocimiento, YA NO estamos en el reconocimiento, no se estarían encontrando a sí mismos… (ya lo veremos).
      En relación con tu pregunta, la autoconciencia es una condición imprescindible de la educación.

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  5. Situémonos en el contexto de una educación / formación virtual con respecto a Hegel. De acuerdo con el texto el único objeto posible entre autoconciencias es el de la apetencia; sin embargo, tal objeto más bien aparece como un sustrato del proceso en el que las autoconciencias se pierden de sí para luego superarse como como esencia independiente para sí y del otro. No obstante, pareciera igualmente que este Reconocimiento expresado en un movimiento de fuerzas opuestas no se logra en una dinámica virtual e informática. 1ro: si mi yo puede asumirse como autoconciencia, lo primero a lo que me enfrento es a un otro sin incapaz de ser conciencia de sí y para sí (un computador con acceso a Internet). 2do: además me enfrentó a una Otra otredad que se expresa, por ejemplo, en un blog sobre educación. Esta doble otredad se constituye en la condición directa para la expresión de "lo doble diferenciado". Y semejante pliegue, debido a su (in- auto) conciencia parcial, me arroja a una infinitud multívoca y multilateral lo que me impide determinarme (educarme) directamente y por ende marchar hacia el Fuera de sí y consiguientemente al Para sí. Sin la posibilidad real (o siquiera imaginaria) de reconocerme y hallar el objeto de apetencia, por lo tanto, no podría consumarse separación o diferencia alguna; ninguna significación Contrapuesta o devenir.

    Esto lo veo reflejado en los actuales sistemas de alternancia para estudiantes de primaria y secundaria. Ante el campo de la educación ellos parecen corresponder a una unidad sin duplicación: indistintos inconscientes de sí deviniendo en sí. Estos estudiantes constituyen, más bien, al Otro eliminado y superado, aniquilado por una unidad dadora de muerte en función de su propia existencia, pero no de su esencia (como lo vemos con el Estado o nuestro sistema socioeconómico). No estoy segura de que Hegel haya tomado en cuenta la intermediación material/virtual que hoy se pone en el movimiento de las autoconciencias. Soy respetuosa de Hegel, pero lo soy más aún de la verdad.

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  6. La autoconciencia tiene doble sentido primero es en sí y segundo es para sí, teniendo doble sentido lo diferenciado, ya que son dos momentos, uno detrás del otro; y en el espacio se desdoblan lo que hace qué la autoconciencia salga de sí misma: “Para la autoconciencia hay otra autoconciencia; está se presenta fuera de sí” por eso entiendo a Hegel cuándo se refiera a Dios y a la creación del mundo, acontecimiento en el que Dios se proyecta para crear todo, con lo cual se niega a sí mismo.
    Es entonces, cuando la autoconciencia consiste en ser infinita o indeterminada. tiene un proceso dialéctico: por necesidad requiere autoconciencia puesta fuera de sí como otra autoconciencia fuera de sí, para poderse reconocer y así se ve así misma en lo otro. Comprendo entonces a Hegel pues dice qué el movimiento de la autoconciencia tiene doble hacer necesario, un hacer indivisible entre “un hacer de lo uno como de lo otro” dónde este movimiento es un juego de fuerzas contrarias, cada lado muestra negación de la conciencia, igual a sí misma y se dan en la conciencia. Por eso es indeterminada. Es entonces dónde la duplicidad exige una diferencia fundamental como estática, ya que el continuo devenir del ser hace que recorra los dos momentos y adopte la diferencia. Una es lo reconocido y dos, lo que reconoce la dialéctica del señor y el siervo representa al reconocido y el reconocedor.
    Ahora el concepto de reconocimiento de la duplicación de la autoconciencia representa el lado de la desigualdad de ambas o el desplazamiento del término medio a los extremos qué se contraponen, pues uno es siempre el reconocido y el otro el que lo reconoce.

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    1. Mayra, gracias por tu comentario

      Por supuesto que Hegel habla de Dios, pero no el fragmento. ¿No resultaría un tanto herético el tratar de explicar a Dios como reconocido por otra conciencia? Como estamos tratando de entender lo que Hegel dice en el fragmento, entonces, por ahora no incluyamos a Dios.
      Hay un juego de espejos frente a frente, que producen un número de reflejos que tiende a infinito.
      Esa idea que destacas (verse a sí misma en lo otro) quisiera ponerla en relación con la educación. Cuando estamos en presencia ¿qué significa vernos a nosotros mismos en lo otro? y cuando estamos en las plataformas TIC ¿nos seguimos viendo a nosotros mismos en lo otro?
      El tema de la dialéctica del señor y del siervo lo vamos a introducir en la siguiente entrega. De manera dejamos tú anotación al respecto para la siguiente discusión.

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  7. Hola maestro y compañeros(as).

    De acuerdo con Hegel, “La autoconciencia es en y para si en cuanto que y porque es en sí y para si para otra autoconciencia; es decir, sólo es en cuanto se la reconoce”. Es decir, Hegel introducirá la idea de reconocimiento –bajo el nombre de movimiento de reconocimiento- cómo condición de las autoconciencias de ser en sí y para sí Dicha idea permite afirmar que “se reconocen como reconociéndose mutuamente”. Sin embargo, esta idea tendrá unos matrices particulares en cuanto a la doble significación.
    Ahora bien, me parece muy interesante cómo Hegel plantea que aquella autoconciencia, que esta fuera de sí de la primera autoconciencia, tiene un carácter de independencia respecto a la primera. Obsérvese:
    La primera autoconciencia no tiene ante sí el objeto tal y como este objeto sólo es al principio para la apetencia, sino que tiene ante sí un objeto independiente y que es para sí y sobre el cual la autoconciencia, por tanto, nada puede para sí, si el objeto no hace en sí mismo lo que ella hace en él.
    Sin embargo, me parece interesante rescatar la última frase “La primera autoconciencia […] nada puede para sí, si el objeto no hace en sí mismo lo que ella hace en él”. Esto nos da el indicio de que ambas autoconciencias deben hacer lo mismo (O sea el movimiento de reconocimiento debe ser mutuo, lo que parece implicar que en el reconocimiento se puede morigerar la idea de aniquilación de autoconciencias que trabajamos en la entrada anterior).
    Finalmente, siento que en el plano de la educación es posible diferenciar entre la idea de reconocimiento y los enunciados pedagógicos actuales de situar al maestro en posición de igual con el estudiante –esto puede llevar a la “aniquilación” entre ambos actores-. Esto permite generar un par de preguntas, si la formación tiene un carácter de efecto que verifica de manera retroactiva ¿Cómo puede ser este reconocimiento de las autoconciencias para posibilitar la formación? Si este reconocimiento mediado por el saber ¿Cómo debe ser dicha relación con el saber?

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    1. Dayron, gracias por tu comentario

      De acuerdo: si la autoconciencia es en y para si en cuanto que y porque es en sí y para si para otra autoconciencia, entonces las autoconciencias se reconocen como reconociéndose mutuamente. Eso produce un juego de espejos (ya lo comenté en la respuesta a Mayra) que tiende a infinito: no me veo en el otro, sino en el otro en tanto reconocido; y el otro está haciendo lo mismo… ¿Cuándo, entonces, podremos saber lo que somos o lo que es el otro?
      Hay que volver al texto de la “Fenomenología del espíritu”, para encontrar ese “primer momento” de la relación con el objeto de la apetencia pues, según me parece, resulta inferido de manera retroactiva, pero no es que exista; ¿en qué momento podríamos tener ante sí el objeto de la apetencia un objeto independiente? Creo que es lo que dice Hegel en la frase que traes a cuento (“La primera autoconciencia […] nada puede para sí, si el objeto no hace en sí mismo lo que ella hace en él”).
      Mientras estemos hablando de autoconciencias, en el sentido de Hegel, son lo mismo mientras entendamos que se reconocen como reconociéndose mutuamente. ¡Y estamos hablando de 2! ¿Qué tal si introducimos la interacción social bajo esa consideración?
      Entre lo que está planteando Hegel y los enunciados pedagógicos actuales no hay una diferencia sino una exclusión: sí es válido uno no puede ser válido el otro (lo cual no excluye que ambos sean no-válidos). Ya lo veremos en la próxima entrega cuando Hegel introduzca la dialéctica del amo y el Siervo. La igualdad “políticamente correcta” que se estila hoy en educación nada tiene que ver con la idea de reconocerse en sentido hegeliano.
      El reconocimiento de las autoconciencias sólo posibilita el saberse constituido por el reconocimiento del otro, el saberse despojado de propiedades intrínsecas que puedan definir a la autoconciencia.

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