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jueves, 21 de mayo de 2020

09. ¿Del mito al logos?



‘Jesús’ es un hombre judío de Nazaret (contingente), mientras que ‘Cristo’ es “ungido”, o sea, está investido por el Otro. Dicho de otra manera, era una contingencia [C] que se hizo necesaria [NC]. Y, según vemos, no se trató sencillamente de ser designado, sino que hubo un proceso —su paso por el mundo, incluyendo la muerte— que produjo un efecto formativo, gracias al cual se lo puede designar. Aunque su existencia hubiera tenido un propósito previo, tuvo que atravesar un proceso que incluso da lugar a la incertidumbre: «Padre, ¿por qué me has abandonado?».

Así, la fig.8 tendría que anteceder a la fig.7. De tal manera, quedarían organizadas en la siguiente secuencia:


Es decir, hay que atravesar la formación para poder ser designado (dos tiempos lógicos). En su obra El pedagogo (año 190 dC), Clemente de Alejandría tiene una idea similar: para él, Cristo es el paradigma del pedagogo:

Es, pues, evidente que el Logos de Dios, el Hijo Jesús, el único, verdadero, bueno, justo, a imagen y semejanza del Padre, es nuestro Pedagogo; a él nos ha confiado Dios, como el padre cariñoso confía a sus hijos a un noble pedagogo; Él mismo nos lo ha manifestado con toda claridad: “Éste es mi hijo amado, escuchadle” [I, 97-2][1].

En la cita vemos un paralelo entre la estructura que le da un lugar al hombre (en general), y la estructura que le da un lugar a los hombres (en particular). De ahí el término comparativo: «[…] como el padre cariñoso confía a sus hijos a un noble pedagogo». Aunque algunos sigan con la idea del siglo II, hoy tenemos otras referencias para representarnos esto, por ejemplo, con ayuda de la psicología, de la sociología, etc. Así, cuando Comenio trae a cuento a Cristo, no se trata sólo de un ejemplo; ya lo dice Clemente de Alejandría, en el marco de su ámbito de creencias: el pedagogo no puede ser contingente y, entonces, busca un recurso que haga universal (un Otro) su función. De ahí la idea de una ascesis; por eso, de un lado, quien se pone como paradigma —en el nivel mítico— tiene que cargar la cruz; y, de otro lado, el que atraviesa la formación tiene que perder algo… ¿qué pierde?: al menos, hasta ahora, pierde algo de esa resistencia que opone a no conocerse a sí mismo (si no se conociera, ¿podría llevar a otros a conocerse?). Tal vez esta manera de enunciarlo —tanto en Comenio como en Clemente— elimina el retroceso infinito que requiere dar respuesta a la siguiente paradoja: si es cierto que nadie se forma a sí mismo, ¿entonces cómo se formó el primero?[2]. La idea de ‘el primero’ aparece en el tiempo mítico; de ahí la razón por la cual Comenio introduce la idea del Cristo.

Como vemos, una de las funciones del mito es permitir comenzar, no quedar atado a una tarea infinita e irresoluble, quizá angustiosa. Más adelante podremos entender y pasar a otra cosa… ¿a cuál? Algunos hablan del paso del mýthos al logos; por ejemplo, Jean-Pierre Vernant. Quien habla de «[…] las vías que, en la antigua Grecia, poco a poco llevaron a liberar las figuras de un mýthos, pensado como fábula, en clara oposición a las de un logos, pensado como razonamiento válido y fundado»[3]; otros, como Jacques Lacan, hablan de tres términos, incluyendo al mathema[4], pues la idea de “válido y fundado” —que vemos en Vernant— no da lugar a la anomalía propia del logos; y, finalmente, otros hablan de una permanencia de la dimensión mítica, como Barthes[5], o como Agustín García Calvo (para él, por ejemplo, la idea actual de realidad es el Dios de nuestra religión)[6].

Entonces, de manera general, el Otro inviste a los formadores —que son tales porque han atravesado, a su vez, un proceso formativo, una ascesis (por eso son NC)— para que dispongan sus recursos en pos de la formación de cada uno (hacer vivir a todos… [I, 4]); y cada uno, a su vez, tiene que hacer un esfuerzo propio:


La fig.10, además, intenta expresar que la formación no es automática, que no es espontánea, que requiere trabajo propio [R], sí, pero que sólo se da en el marco de una relación heterogénea con un otro investido [NC→C] y propiciada por otro que inviste [N→NC] y que está marcado por la falta [N→ -N-C].






[1]     En la cita¸ además, Dios interpela a los hombres y les pide “escuchar” a Cristo; es decir, explicita que hubo una designación, de la que los hombres son destinatarios. Es como cuando el profesor muestra su título de licenciado para que lo contraten, después de lo cual está autorizado a “hacerse escuchar”. Y el rector dirá, al presentarlo, “escúchenlo”.
[2]     Igual para el caso del lenguaje: aprendemos a hablar porque alguien nos habla; entonces, ¿quién le habló al primero? Y ahí está la respuesta mítica: al principio era el verbo.
[3]     Los orígenes del pensamiento griego (1962), p.18.
[4]     Ver el capítulo VIII del seminario La transferencia (1960-1) de Lacan.
[5]     Mitologías (1957).
[6]     «Sobre la realidad, o de las dificultades de ser ateo» (1966), p.170.

23 comentarios:

  1. Según el planteamiento “hay que atravesar la formación para poder ser designado” se puede decir que quien ya se encuentre formado es quien posee la capacidad innegable del conocimiento objetivo y definitivo capaz de liberar (otros) de sus sufrimientos y de abrir las puertas de la felicidad (en relaciona la primera parte del texto).

    Pero también y sobre la postura que, desde la misma ciencia, se sabe que siempre estarán las fronteras que permiten una contante y cíclica necesidad de formación, para así mismo eliminar la duda.

    Entonces volvemos a partir de la idea de un individuo que tiene que perder su sentido común con el anhelo de saber o construir conocimiento; pero para tal fin necesita quien lo forme, y esa formación depende del que ya atravesó la formación, y en ese sentido adquirir herramientas para descubrir aquello que desconocía o consideraba inexistente (saber)

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    1. Hola, Jhon

      No sé de dónde sacas las expresiones “capacidad innegable” y “conocimiento objetivo y definitivo”. Acuérdate que las idealizaciones tienen un lugar claro en lo que estamos leyendo: horizonte de la acción; pero la estructura NO es una idealización (ni siquiera es una idea). El planteamiento de que “hay que atravesar la formación para poder ser designado” quiere decir —hoy— que hay que tener título para ejercer la docencia, y que si se tiene ese título es porque se experimentó un proceso formativo. ¡Eso es todo! NO hay “capacidad innegable”: se es docente porque el sujeto ha conseguido arreglárselas —más o menos— con su síntoma y porque le da trámite —a su manera— al encuentro con el otro. Tampoco hay “conocimiento objetivo y definitivo”: ¿no le leíste la entrega #2? (ahí dijimos: “basta dejar pasar un lapso para que toda enseñanza oficial se revele como hecha de mistificaciones y novatadas”).
      Tampoco hemos hablado de “liberar” ni de “hacer feliz” a nadie. El sufrimiento es constitutivo de lo humano (nadie nos puede librar de nuestra indigencia de ser) y la “felicidad” es la debilidad mental. Hasta ahora sólo tenemos que algo le puede ocurrir al que está en posición de aprendiz; que se necesita alguien que ponga a operar ese encuentro; y que todo eso se cree hacer con un horizonte. Si quieres, podríamos decir que la formación abre la posibilidad de objetos de satisfacción menos atados al impulso y más cercanos al deseo.
      De otro lado, no es lo mismo ACTUALIZARSE que FORMARSE. O sea: con base en lo que hemos dicho hasta ahora, no podría hablarse de “formación permanente”, pero sí de “posible actualización permanente”.
      Y, finalmente, la formación no viene del sujeto en la forma de un anhelo, sino que es el efecto posible de un encuentro que tiene como eje el saber. De lo contrario, damos pábulo a la idea de que el muchacho se puede formar con tutoriales de YouTube.

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  2. “El pedagogo no puede ser contingente y, entonces, busca un recurso que haga universal (un Otro) su función. De ahí la idea de una ascesis; por eso, de un lado, quien se pone como paradigma – en el nivel mítico- tiene que cargar la cruz; y, de otro lado, el que atraviesa la formación tiene que perder algo”. El enunciado ubica la idea de “ascesis” en una doble relación: el “nivel mítico” y la formación, situación que interpretaría al maestro que dentro de su voluntad de dar a conocer el saber se “instala” en el “plano de lo mítico”, como el “ungido”, cuya designación ha pasado por un proceso, por un reconocimiento del Otro. Él se asume como vinculante del saber, con el formante, en una perspectiva de formación que se verifica a posteriori, dando testimonio del deseo de saber, a partir de la transferencia del trabajo.
    Es su voluntad, esfuerzo y sacrificio lo que pone a disposición frente al otro (sujeto) que sea capaz de comunicarse, porque “nadie se forma así mismo”, “que la formación requiere trabajo propio” del formante y al Otro (saber). Es el maestro el que nos liga o nos separa del logos.

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    1. Hola, Alfonso

      La ascesis en el nivel mítico siempre es “grandiosa”; vean, por ejemplo, los cuentos populares: el protagonista siempre tiene que atravesar una serie de obstáculos —a veces desmesurados— para poder asumir su lugar (recuerden a Thor: es díscolo y pendenciero… el padre lo expulsa… debe venir a la Tierra —¡qué casualidad!— y, finalmente se calma, entiende el valor de la sanción… ahora puede ser Rey). En cambio, la ascesis “terrenal” es mesurada… ¿por qué? Recuerden la entrega #8, donde hablábamos del “Niño-Dios” y los Katcina: “ahora es así, pero al principio…”. La ascesis mística es un “comienzo imaginario” que permite empezar. La ascesis “terrenal” se entiende como la realización de la otra.
      Más que “voluntad de dar a conocer el saber”, se trataría de algo que no se puede dejar de hacer: el deseo de saber y el deseo de pasar la posta. Si hablas de “transferencia de trabajo”, lo que allí opera va más allá de la voluntad. Y el “sacrificio” no es una buena obra, sino lo que hay que poner para obtener algo (¿leíste el texto de Zuleta?).
      “Nadie se forma así mismo” porque ya encontró su satisfacción. Alguien tiene que venir a poner en crisis esa satisfacción para que otra sea posible.

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  3. El mito permite comenzar para no quedar atado a una tarea infinita, irresoluble y hasta angustiosa, pero el logos al ocupar el lugar del mito cumpliría la misma función estructural en la formación. El mito tendría tanto de logos como el logos de mito. La idea de un motor inmovil, el Bing Bang, los cuatro elementos, la primera célula, las primeras partículas etc, no son sino expresiones distintas para la misma designación de la primera causa que causa a las demás causas, es decir que Dios entraría en esa lista de causas anteriores. Lo interesante con la formación, es ver cómo se introduce la incertidumbre, lo que atraviesa, la pérdida de algo, y con ello la idea de trabajo, el esfuerzo, tanto propio como en relación con los otros y ese Otro, primera causa o punto de partida. Ahora bien, si el proceso formativo cae en ese bucle de partir de un Otro, pero a la vez atraviesa la formación poniendo la incertidumbre y el trabajo, ¿quiere decir que la formación es sempiterna?, ¿no hay un cierre formativo en el sujeto?

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    1. Hola, Rubén

      La tradición helenística OPONE el mito al logos… de ahí la cita de Vernant. Acá estamos preguntándonos si se puede hacer esa oposición… de ahí la referencia a Barthes y a García. ¿Por qué necesitamos interrogar a su vez al logos? (éste ya lo había hecho con el mito). Porque la falta —hemos visto— es constitutiva del Otro. Necesitamos un logos al que le falte algo; de lo contrario, no hay formación sino imposición. Así, conviene ir en la dirección que dices: el mito tiene de logos y el logos tiene de mito.
      Entonces, el mito tiene una función estructural en la formación; y, cuando aparece el logos (suponiendo que así sea), cumple la misma función estructural, como dices.
      Ahora bien, no es lo mismo decir que la primera causa es el motor inmóvil (para que el retroceso no sea infinito), a decir que hubo un Bing-Bang, que requiere de una historia conceptual y de unos cálculos refinados (¡toda la física está en esa inferencia!, no es como la respiración de Brahma). Una cosa es necesitar esa explicación, que estará marcada por algo estructural (de ahí que sea mito y no simple habladuría), y otra cosa es la historia de construcciones lógicas que permiten hacer un algoritmo. Pero, claro, nuestra relación con los enunciados de la ciencia puede ser mítica (creo que es la perspectiva de García).
      Y si Dios entra en la lista de causas anteriores, Comenio se las arregla para caer en cuenta de que es faltante. Por eso hay incertidumbre.
      El bucle NO está en partir de un Otro. Al contrario, quedaríamos en un bucle si no hay Otro. Y como el Otro es faltante, ahí se origina la serie que da lugar al NC. El bucle del Otro sería, por ejemplo, Dios sólo en el universo. Y sin Otro, el bucle es la autosatisfacción (como la drogadicción).
      La formación es discontinua; por eso digo —en el comentario a Jhon— que no hay formación permanente, pero puede haber actualización permanente.

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  4. Hola, profe Bustamante y compañeros.

    En el enunciado interrogativo ¿Del mito al logos?, se infiere que el mito, se relaciona con la creencia, mientras que el logos se relaciona, con el pensamiento, el conocimiento y la verdad. Los dos se encuentran presentes, son dos acontecimientos opuestos pero complementarios. Tanto en el mito, como en el logos se encuentra la presencia de un Otro (cultura, lenguaje…) porque este es contextual, gravita en las esferas de la praxis. Si bien, la formación se efectúa en la esfera social, es independiente de la época histórica y del contexto. Asimismo se deduce del texto, la presencia de un sujeto contingente/ necesario, que tomó la decisión de establecer una relación y trabajo con el saber; es decir se encuentra investido y afectado por el saber, sufrió un proceso formativo, en el que él sujeto, presenta una marca o huella individual, porque en él se modera, resta algo de su condición humana, también se identifica que este sujeto, podría llevar, posibilitar a otros conocerse.

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    1. Hola, Dayan

      De la pregunta que da título a la entrega se infiere, más bien, que se está poniendo en duda la idea (aceptada ampliamente) de que hay un paso del mito al logos. Los helenistas oponen creencia a ciencia. Acá estamos diciendo que si la estructura de la formación necesita un logos faltante, entonces ese paso no es tan nítido, ni llega hasta la “verdad” (ojo al comentario a Jhon), sino hasta algo aceptable hoy en el campo de saber (pero mañana…).
      Tienes razón cuando señalas que, en el mito y en el logos, hay Otro. Y también en ambos casos hay procedimientos de investidura (para ser un chamán o para ser un profesor). Pero si analizamos el estatuto de ese Otro y el estatuto de esa investidura, encontraremos las diferencias entre enseñar matemáticas en el colegio y repetir el ritual chamanístico. Ese análisis nos permitirá encontrar las semejanzas, pero también las diferencias.

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  5. La formación entonces, además de requerir un esfuerzo propio, una relación con el otro investido, también demanda confianza en que ya hay otro que ha sido formado y que ya sea desde el mito o el logos, tiene un origen. Pero es ahí donde surge mi inquietud por el proceso formativo de el otro investido, si hiciéramos una comparación con los maestros, que deben ser formados, ¿en qué momento se podría saber que ese otro en formación ya esta listo para formar a otros?

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    1. Hola, Paola

      La formación requiere:

      1) un esfuerzo propio,
      2) una relación con el otro investido y
      3) la existencia de Otro faltante.

      Pero

      A) para que el esfuerzo propio sea posible, se necesita la intervención del otro investido.
      B) Para que haya otro investido, se necesita la intervención del Otro faltante.
      C) Para que el otro investido pueda operar, se necesita una autorización del sujeto en formación (la “confianza” puede ser el nombre de esa autorización).
      D) Para que haya Otro faltante se necesita que la estructura tenga una anomalía.

      Te preguntas: ¿cuándo se puede saber que se está listo para formar a otros? Buena pregunta. NO estamos listos para formar a otros cuando nos dan un título (esa es la manera burocrática de responder), ni cuando hemos tenido experiencia (esa es la manera pragmática de responder). Si la formación se verifica a posteriori, pues hay que aplicar esa lógica al maestro. Así, la respuesta es: CUANDO TE SORPRENDES DE QUE UN ESTUDIANTE SIGUE TU CAMINO.

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  6. A partir de la lectura y las respuestas a los comentarios de los compañeros, me siguen generando inquietudes la "posible relación entre el mito y el logos". Es claro que es una indagación que se intenta dilucidar a través del texto y a lo cual varios compañeros hacen mención. Pero, en la respuesta en la que el profesor expone que el mito tiene de logos y el logo tiene del mito, no logro llevar a un ejemplo claro ésta afirmación, reconociendo que es una posibilidad. Por otro lado que significa que la formación requiere de un logos faltante y por último ¿Qué significa que para que haya Otro faltante se necesita que la estructura tenga anomalías? ¿Qué tipo de anomalías?

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    1. Hola, Yurany

      1. La idea de que “el mito tiene de logos y el logo tiene del mito” la tomé de Rubén, pues me sirve para objetar la idea de que antes había mito y ahora hay logos, como si “la ciencia” hubiera acabado con las supersticiones. Reitero: la expresión “del mito al logos” es una tradición entre quienes investigan la Grecia Clásica. Entonces, contra la idea de que cuando aparece el logos muere el mito, está la posición de Barthes, con su libro “Mitologías”, donde muestra que la relación de los sujetos con el mundo NO es científica, así la ciencia encuentre fundamento para pensar de otra manera. La astrología, por ejemplo, se basa en teorías pre-copernicanas y, sin embargo, muchos hoy leen el horóscopo. O sea que si bien la ciencia sabe que el universo no gira alrededor de la Tierra, los sujetos siguen con sus creencias basadas en ideas geocéntricas. Entonces, hay que diferenciar los espacios de producción de enunciados: en uno, la astronomía derrotó a la astrología; pero en otro, la gente cree en el horóscopo, así “sepa” que el universo no tiene centro, etc. Entonces, hay una RELACIÓN MÍTICA con el LOGOS; es la idea de García Calvo: la ciencia como religión (los pondré a leer algo al respecto). Ver el caso del poder de las encuestas hoy en día, hechas con matemáticas.
      2. La formación requiere de un logos faltante: es lo que hemos encontrado en Comenio cuando nos habla de que el lugar Dios tiene una falta y entonces crea al hombre, etc., etc. Si el lugar N no tiene una falla, una anomalía, entonces no hay nada más. Si ahora pones al saber en ese lugar —como aquello que ha de ser conquistado por los estudiantes—, resulta que ese saber se transforma (la anomalía interna es el motor de esa transformación) y, además, es mostrado por alguien que tiene una falla en relación con él (es por eso que lo desea). Si el saber es monolítico y el maestro lo sabe todo, no hay lugar para el aprendiz, no habría formación. Por eso, la formación trabaja con el deseo: con el del mediador [NC] que quiso estudiar X tema y que quiso se profesor, y con el posible a producir en el aprendiz [C].
      3. Para que haya Otro faltante se necesita que la estructura tenga una anomalías. Es decir, que la falla (la anomalía) no es introducida por alguien que ha leído el manual de la formación, sino que la falla es constitutiva del Otro. Lo expliqué en la entrega pasada:
      - para todo x, F(x),
      pero
      - existe un x, que no cumple F(x)>.

      El enunciado que conforma círculo incluye el centro, pero el centro queda por fuera… he ahí una anomalía.

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  7. Buena Tarde Profesor, Compañeros y Compañeras

    Leyendo a Garcia Calvo en el enunciado "Por poner otro ejemplo: aquél que dice «El hombre teórico, especulativo y contemplativo, pretende (A.ó¡ip) que piensa en la humanidad y se preocupa de ella, cuando de hecho (tp'(tp) no está haciendo por ella nada y todo queda en especulación y palabrería;
    para preocuparse por la humanidad, no de palabra (A.ó1<¡>) , sino de veras (�Pl<p), hay que trabajar, comprometerse en la acción, luchar» está con este alegato denunciado con toda justicia la falta y la traición del hombre teórico (si es que tal ser existe); pero, mientras está diciendo «trabajar», tampoco él está trabajando más que de palabra (Mw) , pero de hecho (lp1q¡) hablando. Y siguiendo con la entrega Del mito al logos mi interrogante es ¿el quehacer del maestro queda en ese lugar de mito al Logo, en tanto de su discurso y experiencia que este, realiza en el escenario educativo?

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    1. Hola, Carolina

      Los textos entre paréntesis de la cita de Agustín que trae Carolina estaban en griego, pero no fueron leídos por el programa. Entonces, los recuerdo: logo (de palabra) y ergo (de hecho) —las tres veces, en ese orden—. García cita textualmente (con estas comillas: « ») a alguien que supuestamente denuncia al teórico por hablar (logo) y no hacer (ergo). Pero Carolina, que a su vez estaba citando a García, abrió (con estas comillas "), pero no las cerró. Reitero: García dice que quien denuncia en realidad no está *haciendo* sino *hablando*, exactamente como aquel a quien denuncia. Esa cita que trae Carolina viene bien para el tema de relativizar la oposición mito/logo.
      Finalmente, la compañera pregunta en qué lugar queda el quehacer del maestro: mito o logos.
      Logos es lo necesario (N en nuestro esquema); podríamos decir ‘matemáticas’, ‘historia’, ‘química’, ‘filosofía’, etc., que son asignaturas de la escuela. Frente a ese Logos el maestro hace algo, en función de su relación con él (en un extremo, podría saber poco y aplicar cartillas, pasar videos y hacer presentaciones en PowerPoint; en el otro extremo, podría estudiar permanentemente la disciplina, pues desea el saber). Entonces, ese “algo” que hace el docente es un Logos, sí, PERO pasado por sus palabras, por su relación con el saber, por su relación con los aprendices. Y en ese paso es donde entra la EXPERIENCIA. El maestro no es ‘las ciencias sociales’, no es ‘las ciencias naturales’; más bien está jugado en la escena (su palabra, su acto, su cuerpo). Y habrá que ver cómo juega, si crea las condiciones para que la formación sea o no POSIBLE.
      Y, como hemos dicho en otros comentarios, los sujeto pueden asumir esa escena de manera mítica… ¿no es eso lo que hace Comenio?

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  8. Profe entre las citas que haces, resulté en un análisis que hace un autor a la crítica de Freud de la Religión en la época de posmodernidad y citan a otro autor L. Kolakowski quién postula lo siguiente: "La opción (o no) por la razón no es una cuestión racional. Una vez tomada la decisión de optar por la razón o por la fe, todo el discurso queda hipotecado a dicha decisión.
    Cuando dice que la opción (o no) por la razón No es una cuestión racional, entendí porqué todo este tema a veces genera tanta confusión, no es fácil apropiar un solo concepto de formación parece que tiene muchas dimensiones.
    Y no es racional la decisión de elegir el camino de la razón, quizás por eso genera incertidumbre y por eso se necesita ese "Otro", que puede ser el que esta dando el soporte a esa decisión irracional.

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    1. Hola, Sonia

      Interesante lo que citas de Kolakowski: “La opción (o no) por la razón no es una cuestión racional”, pues el sujeto del que estamos hablando tiene una dimensión racional, pero no ES racional. Cuando la razón es UNA de sus opciones, es porque por ahí encuentra una modalidad de satisfacción… no es por la razón misma. De ahí que la formación NO sea una disuasión o una persuasión. Por eso decimos que es una experiencia, un efecto de cierta modalidad de un encuentro humano.
      Ahora bien, no estoy de acuerdo con lo que sigue: “Una vez tomada la decisión de optar por la razón o por la fe, todo el discurso queda hipotecado a dicha decisión”. No me parece, pues, de un lado, redujo la opción a decisión (y la opción no pasa por una decisión consciente, voluntaria); y, de otro lado, pone las alternativas en términos excluyentes, cosa que no es cierta (hay matemáticos creyentes), dada la complejidad de lo humano. Efectivamente, como dices, la formación tiene muchas dimensiones. ¡Por eso estamos buscando su estructura!
      El Otro y el otro son soportes de las decisiones, porque los sujeto se definen en relación con…, no por algo que tengan de entrada.

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  9. Se observa una distancia entre dos elementos: mito y logos. El mito podría considerarse como uno de los puntos de partida de los saberes que hoy en día se conocen y se han instalado con su estructura como N; a ellos recurren muchos hombres con diferentes intenciones o pretensiones. Pero, entendiendo las ideas de Comenio y lo que se ha planteado aquí, solo aquellos que están investidos portarían en su trasegar, herramientas de esta estructura para permitir a otros acercarse a la formación. Sin embargo, existe en la formación un vacío, en el hombre formado, incertidumbre. Por tanto, el logos al parecer remitirá al mito una vez más cuando aquellos investidos y atravesados por el saber quieran despojarse de interrogantes o de respuestas sesgadas; y es ahí donde la formación retorna para avanzar.

    Como ejemplo: el profesor normalista, quien ha recibido una formación en instituciones específicas y con profesores ya formados, ya investidos, en su práctica escolar crea posibilidades para que sus estudiantes aprendan un conocimiento o varios; pero si dicho profesor realmente ha sido atravesado por una o más estructuras, buscará de nuevo la formación, no solo para obtener un título más o para actualizarse, sino para desarraigarse y reelaborarse.

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    1. Hola, Andrea

      Hay una diferencia entre mito y logos, que es necesario entender ESTRUCTURALMENTE. No es un asunto de “personas”, sino de FUNCIONES. El mito es constitutivo de nuestra relación con el mundo. ¿Leíste el capítulo del libro de García? (hice la solicitud en las “Instrucciones” del blog).
      Como he dicho en otros comentarios, tanto el mito como el logos (saber) pueden ocupar el lugar de N. Como están en juego las funciones estructurales, entonces las intenciones o pretensiones por las que se acuda a ellas ya son asuntos contextuales, no estructurales; si queremos entender algo, no nos podemos distraer en lo que digan las personas que están involucradas en el asunto (en el estudio de la lengua, por ejemplo, no se “entrevista” a los hablantes pues ellos son portadores de estructuras que desconocen, aunque las pongan en movimiento).
      Entonces, el mediador es una función. Él no tiene herramientas de la estructura, sino que puede cumplir una función EN EL MARCO DE LA ESTRUCTURA; si la cumple, da lugar a que el otro haga su camino.
      El vacío del que hablas también es estructural: 1.- si el saber es UNO, sin falla (sin anomalía interna), entonces no hay formación; por eso decimos que N es faltante (lo encontramos en Comenio). 2.- Si el mediador cree saberlo todo, quiere decir que no tiene una relación de deseo con el saber y, entonces, no puede crear las condiciones de posibilidad para la formación. 3.- Si el aprendiz no tiene una falla, entonces ¿por qué habría de acceder a la formación?
      Como dices, el mito PUEDE hacer presencia cuando los investidos y atravesados por el saber quieran despojarse de interrogantes… pero también pueden sostenerse en la incertidumbre (se van a estudiar y no prenden el TV). Por eso, no hay “avance”… ¿dónde queda “adelante” para avanzar?

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    2. Teniendo en cuenta la idea de García Calvo, la antítesis, que “constituye la estructura…”, y que sería además cierto “espacio” donde fluctúa el mediador (que cumple una función), quien se debate con el saber manifestado en teoría y práctica, y que buscará respuestas a interrogantes e intentará llenar vacíos (estructurales).

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  10. Entendiendo desde lo estructural que para ser investido necesariamente hay que atravesar la formación. Y me cuestiona lo hablado algunas veces en clase del músico que es muy buen interprete pero que tiene dificultades para poder canalizar todo su conocimiento y poder ponerlo al servicio del estudiante. No sé si en tal caso el proceso formativo, o la investidura del maestro, se refiere solo al ámbito de la pedagogía y no de la disciplina misma.
    Por otro lado, me parece muy interesante el paradigma que dice: ¿si es cierto que nadie se forma a sí mismo entonces como se formó el primero? Tal paradigma nos muestra la importancia del mito, el permitir comenzar para pasar al logos.
    La figura 10 condensa entonces con mayor claridad para mí, el proceso de formación:
    Los formadores han pasado por un proceso de formación en otro tiempo y han sido investidos para que dispongan sus recursos con el fin de la formación de los otros, pero a su vez cada otro debe hacer un esfuerzo por conocerse a sí mismo y perder algo, la resistencia a conocerse a sí mismo.

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  11. LUIS FERNANDO BARRERA
    "...según vemos, no se trató sencillamente de ser designado, sino que hubo un proceso —su paso por el mundo, incluyendo la muerte— que produjo un efecto formativo, gracias al cual se lo puede designar".

    Leyendo comentarios y los dos textos, viene a mi mente la postura de guillermo de Ockam acerca de la predestinación, en la cual no hay individuos sujetos a acontecimientos sino que estos se circunscriben a ellos a partir de sus elecciones.

    Existe una realidad, un acontecimiento que viene deviniendo, en la cual el individuo aterriza, éste no la elige, sino que en su constante relacionarse con ella se va formando para cumplir su tarea en ella... La tarea existe el sujeto que la cumple no, éste se forma.

    En la realidad, la misión del ejercicio docente existe, pero esta realidad va formando al sujeto para que éste se construya con el fin de realizar esa misión, sin el saberlo ni percibirlo, haciendo que este sienta que fue grito de su libertad y su voluntad.
    ¿Mi vocación es construida por mi voluntad o por el otro externo que ejerce de manera invisible un proceso formador?

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  12. Buen día profesor y compañeros.

    Esta entrega nos muestra y además nos reafirma lo que las anteriores nos decían:

    1. Para que la formación pueda darse, necesariamente debe haber heterogeneidad (entre diferentes).
    2. Es necesario conocerse a sí mismo, este proceso debe ser mediado por un formador.
    3.Hay una responsabilidad inmensa en el proceso formativo, pues hay una comparación muy marcada: ...",como el padre cariñoso confía sus hijos a un noble pedagogo"...

    Debido a estos puntos anteriormente planteados, emergen estos interrogantes:
    A) Sabiendo que para el acto formativo además de requerir un esfuerzo propio por el formado y obviamente por el formador, ¿ Sobre quién recala la responsabilidad de verificar si evidentemente el formador está "capacitado" para formar?
    B) Con que finalidad se forman a los hombres. Para seguir el mismo camino del maestro?. Si es así, sería la única opción posible?

    Gracias

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  13. Pensar estructuralmente la relación entre mito y logos implica determinar el horizonte de debate de este en el pensamiento de Bachelard. Ya en el texto “La formación del espíritu científico. Contribución a un psicoanálisis del conocimiento objetivo”, plantea ciertas condiciones de posibilidad que derivan en el efecto formativo. En ellas es preciso que el espíritu científico luche contra las imágenes y las analogías (P,45), esto, según comprendo, soporta la idea de la ascesis (por eso son NC) ilustrada en la figura 10 que plantea el profesor: “La fig.10, además, intenta expresar que la formación no es automática, que no es espontánea, que requiere trabajo propio [R], sí, pero que sólo se da en el marco de una relación heterogénea con un otro investido [NC→C] y propiciada por otro que inviste [N→NC] y que está marcado por la falta [N→ -N-C].”
    Esta formulación es suficientemente profunda y puntualizadora de lo que Bachelard concibe como pensamiento científico. Veamos como expresa este carácter racional “Como lo observa Edouard Le Roy en una densa y hermosa fórmula: El conocimiento común es inconsciencia de si”. Pero esta inconsciencia puede también captar pensamientos científicos. Hay que reanimar entonces la crítica y poner el conocimiento nuevamente en contacto con las condiciones que le dieron nacimiento, volver sin cesar a esta “estado naciente” que es el estado de Vigo psíquico, al instante mismo en que la respuesta ha surgido del problema”. (P, 48) Tal vez es por esto por lo que, aunque tengamos buenas intenciones en nivel contextual, podemos no hacerlo, de allí que estas estén llenas de ambigüedad, imprecisión y permanente mezcla entre ser y deber ser conceptual. El formar implica vinculo entre realidad y relación con el saber. Es significativa la apreciación que sobre el “esfuerzo propio”.

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