Páginas

domingo, 3 de mayo de 2020

07. La misión de formar


La formación que concibe Comenio —de acuerdo con su manera de entender la condición humana— produce una huella; por eso dice: «¡Ojalá todas estas cosas queden esculpidas […] en sus corazones!» [I, 4]. No aspira a que queden «en las puertas de los templos, ni en las portadas de los libros, ni en los ojos, lenguas y oídos de todos los hombres» [I, 4]. Es decir, la formación tiene algo de marca, de incisión; no es principalmente algo que quede aglomerado en la imagen o en el torbellino de palabras… aunque de eso queden recuerdos. Es decir, la formación incorpora —entre otras— una acción de orden instrumental… esta idea tal vez no es de buen recibo hoy, cuando se piensa que la educación se realiza plenamente mediante la acción comunicativa: «La competencia pedagógica sería una competencia comunicativa»[1]; los autores proponen «[…] una comprensión más dialógica, que reconoce la educación como acción orientada hacia el cultivo de ciertas formas de comunicación»[2]. Y si bien aclaran que la educación también es acción estratégica, sostienen que se debe procurar «el predominio del momento comunicativo»[3]. De esta forma, la acción instrumental —que aplica sobre objetos— estaría no excluida (y por eso incluso se la denuncia)[4].

Lo traduzco así: la formación tiene algo de letra, algo queda esculpido, como dice Comenio. Digamos, entonces, que la formación escribe sobre el sujeto. De hecho, la materialidad de la letra es física, no es diferencial, como la del significante. Si esto es así, la formación ¡produce algo que está por fuera del sentido!, pues la letra carece de sentido[5], toda vez que el sentido es una elucubración sobre la cadena significante (de ahí que, para entender un texto escrito, primero haya que volverlo cadena significante).

Ahora bien, de acuerdo con Comenio, ¿en qué se soporta —dónde se escribe— esa letra-formación? Retomemos: «no en las puertas de los templos, ni en las portadas de los libros, ni en los ojos, lengua y oídos de todos los hombres, sino en sus corazones» [I, 4]:
  • no en «las puertas de los templos…». No es un asunto de nombres; no hay formación porque en la puerta del edificación diga Ministerio de Instrucción Pública o Universidad Autónoma Nacional o Institución Educativa Distrital “María Montessori”, etc. Pero, entonces, ¿por qué había dicho Comenio que era un acierto inscribir con letras de oro la consigna de conocerse «en el frontispicio del Templo de Apolo en Delfos» [I, 1]? Porque ese enunciado no es formativo, más bien constituye un contexto de la formación; por eso va dirigido a la multitud, que ha de entender que el Otro es necesario (¿no es por eso por lo que la consigna está hecha en oro?); la verdad, «más clara para nosotros» [I, 1], dice Comenio, es que la formación nace de esa interpelación necesaria del hace el Otro; si algo queda esculpido en el corazón es después de pasar por la mano del vicario;
  • no en «las portadas de los libros…», es decir, en palabras impresas por fuera del sujeto que, por ejemplo, anuncian la educación como un servicio («La presente Ley señala las normas generales para regular el Servicio Público de la Educación que cumple una función social acorde con las necesidades e intereses de las personas, de la familia y de la sociedad»)[6], o que anuncian un hecho cumplido («Monografía para optar al título de magíster en educación»), o unos propósitos («aprendizajes estructurantes que han de aprender los estudiantes en cada uno de los grados de educación escolar»)[7]… no, esos enunciados tiene su lugar en la vida práctica, pero no son garantía de que se haya producido un efecto formativo;
  • no en «los ojos…», es decir, en la imágenes. Pero, entonces, ¿por qué, Comenio introdujo «el primer libro ilustrado de importancia para los niños»[8], el Orbis sensualium pictus (1658)? En ese caso sólo se trataba —según Whalley— de que «los niños recuerdan mejor las cosas que han visto en lugar de simplemente leer acerca de [ellas]». Los ojos no son el soporte de la formación. Esta idea de Comenio podría ser una advertencia contra lo que después será una de las degradaciones de la educación: el fetiche de la comunicación visual, atada, como hemos visto, a la relación imaginaria (fig.3); la formación no es una colección de íconos;

Del Orbis sensualium pictus (dibujo de Comenio)

  • no en «la lengua…», es decir, no son únicamente los enunciados que una persona pueda hacer (las palabras se las lleva el viento); la formación no es una sumatoria de enunciados (cognitivos o moralizantes);
  • no en los «oídos…», no basta con lo que entra por los oídos; recordemos que, según el refrán, lo que entra por un oído puede salir por el otro.

En consecuencia, la formación se verifica si algo queda escrito en el cuerpo; o sea, es un surco por el que los asuntos del sujeto van a fluir, no el contenido del flujo; es como las reglas del juego: no forman parte de las jugadas; o como la gramática: necesaria, aun si estoy criticando la gramática. Así, podemos hablar de la marca de la formación, de un lugar desde el que ahora se enuncia: lugar de enunciación. El sitio, en cambio, no es una marca: depende de la presencia del semejante, según se deduce del funcionamiento imaginario; es algo sobre lo que se suele disputar[9]. Efectivamente, por ese surco algo fluirá. Es el lugar desde el que se enuncia, independientemente de los enunciados… ¡es lo que pasa cuando vamos a clase para oír a un profesor, no importa lo que diga!

Aunque creamos que ese surco es natural, en realidad es forzoso construirlo, pues no somos una más de las criaturas contingentes, no tenemos el rasgo de «ovejas, bueyes, bestias del campo, aves del cielo y peces del mar» [I, 3], es decir, de seres anónimos, intercambiables unos por otros; al contrario, somos aquellos que —de acuerdo con Comenio— tienen por consigna conocerse a sí mismos, es decir, que somos singulares (únicos, no intercambiables, con nombre). Nos desconocemos a nosotros mismos y, no obstante, una sublimidad es posible para nosotros. No riqueza material —condición quizá fortuita—, sino «dignidad y excelencia» [I, 4] posibles… Quizá no sean las palabras con las que lo diríamos hoy, pero se trata de las mismas relaciones entre elementos. La formación hace posible disponer de los componentes que producirán esa condición; no están ahí “a la mano”, hay que desearlos, están para quien se haga a un lugar.

Es fácil escribir en las puertas de los templos y en los libros, pues son objetos exteriores al sujeto. Pero ¿cómo escribir sobre el corazón? Los «que tienen la misión de formar hombres» [I, 4] no escatiman medios para que el otro esté a la altura de la condición humana (sublimidad, dignidad, excelencia [I, 4]), dando lugar a que cada uno escriba en su corazón. Es decir, cada uno se forma (de ahí el imperativo con el que abre I, 1), pero a condición de verse marcado por lo que hacen los formadores de hombres (más allá de lo que digan). Y bien, estos formadores de hombres tienen una misión, según Comenio: dirigen «todos sus medios a conseguir el fin de esta sublimidad» [I, 4] (tal como quedó expresado en la fig.2). Pero ¿cómo llegan a tener esa misión?




[1]      Mockus et al., Las fronteras de la escuela (1994), p.20.
[2]      Ídem. p.75
[3]      Ídem. p.21.
[4]      Véase, por ejemplo, el caso de los castigos físicos en la escuela.
[5]      Dylan Evans. Diccionario introductorio de psicoanálisis lacaniano (1996), p. 119.
[6]     Ley General de Educación, art.1.
[7]     Derechos Básicos de Aprendizaje: https://aprende.colombiaaprende.edu.co/sites/default/files/naspublic/ DBA_Lenguaje.pdf (Consultado en 2020-05-03).
[8]     Joyce Irene Whalley, «El desarrollo de textos ilustrados y libros ilustrados» (1996).
[9]     Jacques-Alain Miller, El lugar y el lazo (2000-1).

27 comentarios:

  1. Tratando de hilar una ruta conceptual desde la anteriores lecturas, se pude decir que el hombre nace natural pero no nace hombre ( se tiene que hacer hombre), y ahí es donde la formación debe ser “impuesta”, y la formación debe necesariamente hacer un surco que le permita al hombre formase como hombre a partir de la disciplina, entonces en esa acción también debe existir un mediador debe tener la capacidad de observar en los otros, y desde su voluntad ( mediador) busca que se ejecute la formación. Si se logra entender esta postura y se lleva al plano de le educación, el maestro debe ser el medidor par que se de esa formación.
    Por otro lado, en el texto la formación tiene algo de marca, “de incisión”; y por consiguiente se piensa que la educación se realiza plenamente mediante la acción comunicativa, con lo que la acción instrumental (que aplica sobre objetos) estaría no sólo excluida, sino que es denunciada. ¿Entonces el maestro no sólo debe encarnar un método de enseñanza y aprendizaje, sino él como modelo para sus alumnos, debe dar una doble exaltación autoritaria, dependencia y sumisión pasiva, para imponer la misión formativa?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Jhon

      De acuerdo con los conceptos puestos en juego, el hombre nace natural pero no nace sujeto (se tiene que hacer sujeto), y ahí es donde la formación se “impone”. Y si hubo formación, entonces se creó un surco, un lugar de enunciación. En ese momento ya pasó por una decisión en relación con la disciplina, que ha de ser puesta en escena por un mediador (está en medio: entre la disciplina —porque la desea— y los estudiantes). Así, no cuenta la “voluntad” del mediador, sino las condiciones efectivamente creadas. La formación no se “ejecuta”; se ejecutan muchas otras acciones… pero la formación es un EFECTO posible. Tanto es así que el maestro es el primer sorprendido de un efecto formativo en el otro. No se trata, entonces de “entender la postura”, sino de hacerla existir. ¿Acaso una madre campesina “entiende la postura materna”? No necesariamente y, sin embargo, en la gran mayoría de los casos la asume.
      Sobre tu última pregunta: El maestro no “debe” nada. Él tiene una historia con el saber y con la vida, de manera que, ¿desde dónde loe vamos a decir que “debe”. Así habla el rector, el MEN… pero esa perspectiva POLÍTICA no nos sirve para entender la formación. ¿Podemos sacar de Comenio esa idea? Forzosamente, el maestro encarna un método: lo que él es. Pero eso no se le puede recomendar otro (¡no olviden la segunda entrega en relación con el asunto del olvido y de la alienación!). Y, finalmente, si el maestro es modelo, pues se trata de la relación imaginaria, que no hace posible la formación.

      Borrar
  2. De la lectura surge un interrogante y es acerca de la acción de orden instrumental de la formación y la diferencia concreta con la acción comunicativa.
    Por otra parte, la consigna que hace Comenio sobre la huella que queda inscrita en el corazón la hace más sublime que el tener que inscribirla en cualquiera de los otros lugares exteriores o en el cuerpo. Por tanto la acción formativa no se reduce a la expresión de la palabra y en este caso podría decirse que sobrepasa el acto comunicativo, sino que trasciende más allá de la piel para crear un surco en el corazón (órgano conocido como el dador de la vida) por tanto lo relaciono con la categoría de experiencia que de desde Jorge Larrosa es aquello que le pasa al sujeto. Que deja una huella y trastoca el ser de ese sujeto que es alcanzado por el acto formativo.
    Por ende, Comenio entonces hace una "alta demanda" al Otro que busca generar la incisión, que dispone la requisición que es el contexto formativo y claramente en el sujeto que llega a ser "marcado" por la formación

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Paola

      Te interrogas por la acción instrumental de la formación a diferencia de la acción comunicativa. Cuando recibió el Nobel, Albert Camus le escribió a su profesora: «[…] sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido». ¿De qué da testimonio Camus? No de que la maestra le COMUNICÓ esto y aquello, sino de algo que le pasó con ella (palabras de por medio, claro, pero es mucho más que eso) cuando era un chico que muchos años después lo hacen sentirse un “alumno agradecido”. Ese es el surco, la posición que ganó Camus, gracias a esa maestra. Fíjense que no da testimonio del día en que le dijo que existía el ‘pistilo’, ni de las advertencias morales que le hizo, etc., sino de algo que tal vez no pueda él mismo decir, pero que lo hicieron un escritor de fama mundial que se siente “agradecido”.
      Tenerla inscrita en el corazón quiere decir: por fuera del mundo sensible. Cuando hablemos del saber, ese “corazón” va a ser lo inteligible. Como dices: huella que trastoca el ser.
      Ahora bien, la demanda No es al Otro, sino al mediador. El otro es exigente pero no exige. El maestro puede estar a la altura de esa exigencia y exigir. O no estar a la altura y ser incapaz de exigir en el sentido de jalonar la formación.

      Borrar
  3. Respecto de la marca de la formación como un lugar de enunciación: "Lo que pasa cuando vamos a clase a oír a un profesor no importa lo que diga" es un poco complicado tratar de definir o encontrar ese lugar. La metáfora bíblica utilizada por Comenio de la escritura en el corazón confunde un poco al decir que la formación escribe sobre el sujeto. Si no comprendo mal, entiendo que la escritura sobre el sujeto marca el lugar de enunciación, pero eso que pasa cuando vamos a escuchar a un profesor sin importar sus enunciados ¿realmente pasa por el corazón?, ¿De qué manera se configura ese lugar de enunciación a partir de ese ejemplo?, ¿podría ampliar un poco más esta idea, profe? porque no logro relacionar escritura-marca-lugar-lo que pasa.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Rubén

      Cuando dije “vamos a clase a oír a un profesor, no importa lo que diga”, estaba pensando en Estanislao Zuleta: yo iba a oírlo a él, no iba a oír hablar del tema X o del tema Y… pero por supuesto hablaba de algo. En esa búsqueda hay una jerarquía entre ‘tema’ y ‘lugar de enunciación’ (o ‘posición’ o ‘postura’). Yo estaba atraído por su posición y POR ESO me enamoré de esos temas.
      Soy yo quien habla de ‘escritura’, no Comenio, para insistir en que se trata de una incisión, no de algo “dialectizable”, sino de tatuaje. ¡Tú no discutes un tatuaje! Me parece que es lo que hace Comenio cuando despacha letreros, frases e imágenes… y se queda con el corazón. Ahora bien, yo no me quedaría con “corazón”, pero sí creo entender lo que dice y lo traduzco a términos más comprensibles para mí: la formación entendida como escritura que marca el lugar de enunciación.
      No olviden que estamos tratando de traducir la Didáctica magna a sus aspectos estructurales.

      Borrar
    2. Muchas gracias profe. Con la respuesta al comentario de Paola Potes ya lo encuentro más comprensible.

      Borrar
  4. Hola, profe Bustamante y compañeros.

    Se infiere de la lectura que la formación, no es un proceso natural, no es un resultado de aprendizaje, no es un producto moral, no es educación, no es religión. La formación hace parte de los mecanismos característicos de la condición humana. Que introduce acciones instrumentales por medio de la presencia de un Otro que pone, limites, desafíos, tareas, tiempo, compensaciones, es decir disciplina condición necesaria para la formación. Los efectos formativos- si los hay- deja en el sujeto, una marca individual, una huella para Comenio ¡esculpida en sus corazones!, porque: regula, modera, modifica, resta, quita algo de la condición humana.

    Cuando se hace mención al enunciado de Comenio «¡Ojalá todas estas cosas queden esculpidas […] en sus corazones!», lo relaciono con el trabajo del maestro que ya tiene una relación con el saber y en su misión de formar, busca esculpir- dar forma a una criatura (hombre) que no la tiene, carece de saber, (conocimiento de si y de los otros) llega al mundo sin este, pero tiene la posibilidad, es susceptible, si es su decisión de conocer.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Dayan

      Completamente de acuerdo contigo: “La formación no es natural, no es un aprendizaje, no es un producto moral, no es educación, no es religión”. Y con eso, no se está negando que se necesita un soporte natural (tener un sistema nervioso central); no se está negando que se pase por aprendizajes (los saberes); no se está negando que en el camino puede haber cantaleta moral; no se está negando que la formación requiera información; no se está negando que alguien le pueda meter religión al asunto… Lo que se dice es que la formación va más allá de todos esos asuntos.
      De nuevo, de acuerdo: “La formación responde a la condición humana”. Pero quien introduce límite, desafío, tareas, tiempo, compensaciones (disciplina: condición necesaria para la formación) NO es el Otro [N] sino el mediador [NC], el maestro. Y cuando se verifica que hubo formación es porque se produce una posición y esa es la acción instrumental.
      De nuevo, de acuerdo: si hay efecto formativo, se produce en el sujeto una marca individual (huella): regulación, moderación, modificación, resta (ojo con Kant).
      Lo que el maestro “busque” no nos interesa tanto como lo que produce. Comenio no habla de lo que el mediador quiere, sino de su “misión”, de procurar que cree las condiciones de posibilidad (nada que ver con el “propósito”). No es el maestro el que esculpe ni el que “da forma”, sino la formación, que es un complejo de asuntos concurrentes.

      Borrar
  5. Considerando que el camino formativo implica muchas veces “ir contra la corriente” y no hacer concesiones con las “modas intelectuales” o, para el caso de la escuela “modas pedagógicas” (los DBA como buenos propósitos en la página Colombia Aprende), en la presente entrada el profesor indica que los ojos no son el soporte de la formación. Esta idea de Comenio podría ser una advertencia contra lo que después será una de las degradaciones de la educación: el fetiche de la comunicación visual, atada, como hemos visto, a la relación imaginario (fig.3); la formación no es una colección de íconos”. Esto para significar que la apropiación de los textos clásicos que hemos venido trabajando en los seminarios implica entonces superar la concepción y la utilización de la teoría simplemente como una suma de conceptos sin vinculación entre sí. Mencionaré un par de aspectos de que me parecen significativos en tal planteamiento. Con respecto al fetiche de la comunicación visual me atrevería a insistir en la idea de Guillermo Hoyos (2007) que versa sobre la academia y su condición de lectura y escritura; esta conlleva a la aproximación de la “cosa” (Marx, 1980), y es en últimas un proceso de acercamiento a la verdad sobre sí mismo, esto es, de indagación por el ser. Ahora bien, teniendo en cuenta que leer es interrogar a los otros, en tanto se interroga el propio pensamiento. Comprendo entonces que leer es traer a Comenio para interrogarlo de nuevo. Además de revisar el portal Colombia aprende tan sugerido en estos tiempos en nuestras instituciones, cabría la reflexión ¿Está renunciando la escuela a su vocación de constructora de conocimiento?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Leidy Alejandra

      Podemos hablar de “ir contra la corriente”, cuando estamos en la corriente. Pero un profesional, ¿es alguien que sigue “modas” en relación con su profesión? Quien está ubicado conoce las bases teóricas de su saber y está al tanto de las discusiones pedagógicas y didácticas y, entonces toma sus decisiones… Y bien, eso es muy distinto a seguir modas. Si no estoy bien ubicado en mi saber, estoy pendiente de la última norma del MEN, de que es mejor Prezi que PowerPoint, de las “modas pedagógicas”… ¡como un sujeto de consumo!
      No olviden que acá estamos tratando de hacer una descripción estructural, mientras que las modas son contextuales.
      La idea de que “los ojos no son el soporte de la formación” es de Comenio. Que la formación no es arrume de imágenes o de enunciados, quiere decir que es más que eso. Claro que hay imágenes y enunciados en la educación, pero juntando eso no me da formación. En los esquemas tenemos el asunto de la mediación, que va a ser crucial.
      Entonces, NO estoy diciendo que hay que vincular los textos clásicos, no estoy hablando de eso.
      ¡No sabía que la escuela fuera “constructora de conocimiento”! ¿Qué conocimiento ha construido? Porque, hasta donde sé, ciencias naturales, ciencias sociales, matemáticas, física, química… asuntos que se enseñan en la escuela, NO fueron producidos en la escuela.

      Borrar
  6. Buen Día, Profesor, compañeros y compañeras

    "No es el maestro el que esculpe ni el que "da forma", si no la formación que es un complejo de asuntos concurrentes”. Entendiendo que la formación hace parte de la experiencia humana con intervención del Otro, atravesando al sujeto de manera significativa y singular, demarcada por el deseo, y el contexto que se sitúa. mi interrogante es ¿de que manera “la formación se verifica si algo queda escrito en el cuerpo”? en tanto a lo que hizo Camus en la entrega del premio, que su agradecimiento fue después de transcurrir tiempo de haber pasado por la escuela. De ahí que debió pasar por más “huellas” significativas en su formación para lograr ser un sujeto reconocido y particular.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Carolina

      Cuando digo que “No es el maestro el que esculpe ni el que "da forma", si no la formación”, estoy afirmando que la formación ha de ser leída retroactivamente, o sea que no es la realización de un propósito, no es un acto de la buena voluntad, no es un acto caritativo, no es un favor. Si ciertas cosas concurren y se produce un efecto de formación, entonces diremos que HUBO formación, independientemente de los propósitos, incluso a veces CONTRA los propósitos.
      La formación NO es necesariamente parte de la experiencia humana. Puede o no ocurrir. Y, cuando ocurre, es porque concurren, entre otras cosas, el Otro, el otro, el mediador, la acción propia del sujeto…
      Que Camus haya elegido ser escritor es una muestra de que HUBO formación, de que la literatura empezó a ser para un cauce. Y, con su agradecimiento, testimonia de que en la formación hay una presencia decisiva del mediador.

      Borrar
  7. Asumir el proceso de formación no tiene ver con lo que se denomina “un contexto de formación”, enmarcado en los “buenos propósitos” que la educación enuncia. Si no que implica hacer una “discriminación” que nos permita distanciarnos de ellos, hacer una fisura. Y dar paso a la formación del sujeto a partir de la interpelación de lo que enuncia, interpelación que está dado por un otro, (la mano del Vicario o el maestro).
    El maestro sería ese intermediario que dispone de un saber, o mejor quien está arropado del “deseo de saber”, “él lanza el anzuelo”, la decisión de morder dependerá del sujeto. En este sentido la formación implicaría que el sujeto asuma la decisión; de “conocerse a sí mismo” y del esfuerzo que demanda el “deseo de saber”, que posibilite construir el “surco”, por donde fluirán los enunciados que construyen nuestra especificidad, nuestro lugar, desde la diferencia con la cual ha quedado marcado nuestro corazón. Formación que se comprobará a posteriori “si algo queda escrito en el cuerpo”.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Alfonso

      Como dices, la formación es independiente de los “buenos propósitos” que la educación enuncia. ¿Han oído algún propósito educativo negativo? ¡No! Todos son buenos… y, sin embargo, para nadie es un misterio que nuestra educación deja mucho que desear.
      Por eso decimos que de la formación sabremos al final. Como en las buenas películas: uno se va haciendo una idea y, no obstante, la película nos muestra el error de nuestra anticipación; hasta que al final se unen los cabos y uno dice: “¡Ah, ahora entiendo!”. Entonces, como dices, de la mano del maestro se producen “discriminaciones”, interpelaciones, se sitúa un saber-deseado… y todo eso funciona como un “anzuelo”, pero depende del sujeto si muerde o no. Si el sujeto no decide, si no trabaja, ¡no hay formación! Y si hubo efecto de formación, entonces hay “surco” para el sujeto, lugar propio.

      Borrar
  8. A partir de la lectura y el enunciado "Tocar sus corazones", surge la inquietud en torno a la educación actual, comprendo, que se debe entender el momento histórico de Comenio, quién en su momento realizó grandes aportes a la educación.

    ¡Ojalá todas estas cosas queden esculpidas […] en sus corazones!. En la educación actual en donde se exacerba la consigna "No importa si tu alumno no aprende , lo importante es que sea un buen ser humano". En donde se ha reducido la función del maestro a simple acompañante o aquel que suple el papel de la familia en torno a valores y conducta, restándole importancia al rigor académico, constantemente se le llama al docente a ser recordado por su carisma con los estudiantes y no por su relación con el conocimiento. ¿Es probable que en nuestro tiempo se ha confundido esculpir sus corazones, relacionando con el amor, la sensibilidad y compasión frente al estudiante?. Centrándonos más en nuestros propósitos como maestros y no en lo que realmente producimos. Así queda de nuevo la pregunta que han abordado ya algunos compañeros ¿Qué significa que todas las cosas queden esculpidas en sus corazones?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Yurany

      Hay “toque al corazón” cuando uno se sonroja, cuando uno llora, cuando se le erizan los vellos, cuando uno estudia en vacaciones, cuando uno recibe el premio Nobel y siente que debe agradecerle a su maestra de primaria. Por lo tanto, no hay alguien que dispara al corazón; lo que hay es disparos y hay quien se los “chanta” («al que le caiga el guante, que se lo chante») y hay quien no se los “chanta”.
      Y por supuesto que una época para la que lo importante es que el alumno sea “un buen ser humano” (sin saber qué es eso ni cómo producirlo) y que no importa el saber, no es el mejor caldo de cultivo para que haya esos “disparos”.
      Ahora bien, ¿para qué el rigor académico? Por sí mismo, dicho rigor puede conducir a cualquier cosa. En cambio, en el marco de las relaciones que estamos estudiando, ese rigor es necesario, porque se integra a un conjunto (ese conjunto es lo que hemos llamado “condiciones de posibilidad”). De igual forma, el “carisma” del docente (¿?), por sí mismo, puede conducir a cualquier cosa.
      Como el “toque al corazón” es, en parte, algo que atañe al sujeto, no hay manera de anticiparlo. Uno no se enamora cuando la época lo establece, sino cuando le adviene. Las actitudes de compasión frente al estudiante, de un lado, no producen efectos formativos y, de otro lado, esconden una debilidad del docente frente al saber. ¡Es fácil compadecerse! (para eso no se necesita estudiar una carrera). En cambio, es difícil estar a la altura del saber.

      Borrar
  9. LUIS FERNANDO BARRERA.

    Y bien, estos formadores de hombres tienen una misión, según Comenio: dirigen «todos sus medios a conseguir el fin de esta sublimidad» [I, 4] (tal como quedó expresado en la fig.2). Pero ¿cómo llegan a tener esa misión?

    Luego de leer detenidamente los comentarios, he regresado al texto y me centro en esa última pregunta, dado que veo que se ha estado dialogando sobre la misión de la formación y el puesto que el maestro ocupa respecto a ella.

    Para darme a entender, debo aclarar que me resuena la respuesta que el profesor da utilizando el escrito de Camus a su maestra, ésta última, un sujeto que se hace instrumento de la formación y dirige su actuar en pro de crear espacios y diálogos con el conocimiento, que al final será la huella que marque al hombre.

    Pero, ¿de dónde le nace esa misión? Una primera impresión me lleva a la formación misma, el espacio de ésta, deja una huella en el sujeto que le invita a hacerse instrumento, le ha dejado esa huella, le ha marcado sus espacios de enunciación y le impulsa a compartir el fruto de esa experiencia. La maestra es fruto de la misma formación, es fruto de otros instrumentos, de otros espacios que la conducen a entregar su vida al saber.

    Lastimosamente, hoy en día, tanto el "toque del corazón" como el acercamiento al "saber", son tareas que pocos maestros tienen en Si mismos como una huella indeleble que los impulsa a ello, podría llamar a ello, vocación; sino que en lugar de ello, se reducen a ser multiplicadores de prácticas, modelos y sistemas que tienen objetivos claros hacia un rigor académico y de calidad, dejando afuera al sujeto y su búsqueda constante de formación.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Luis Fernando

      No estamos hablando de “la misión de la formación”, porque eso sería tomar la palabra de Comenio (‘misión’) como si fuera una categoría. Más bien estamos hablando de lo que implica que él use esa palabra. O, si quieres: ¿cómo se inscribe en la estructura?
      Si la maestro de Camus “se hace instrumento de la formación”, como dices, entonces no se trata de “propósitos” sino de algo más (la formación), en lo que el maestro puede tener o no un lugar (queda “reducido” a ‘instrumento’). No hace favores, ni nadie le debe nada. Y, si hubo formación, hubo huella, marca.
      ¿De dónde le nace la ‘misión’? Me encanta tu respuesta: LA FORMACIÓN DEJA UNA HUELLA EN EL SUJETO QUE LE INVITA A HACERSE INSTRUMENTO. Todavía no lo podemos deducir de Comenio, pero estoy completamente de acuerdo. Y, por supuesto, no a todo sujeto le queda esa huella, A Camus, por ejemplo, que no se volvió profesor, sino escritor. Eso habla de la singularidad —y, por lo tanto de la impredecibilidad— de los efectos de formación. Ahora bien, más que hablar de “entregar su vida al saber”, podríamos decir que encontró una modalidad de satisfacción.
      Si a alguien, hoy en día, no les interesa el saber y escoge la profesión docente, no se podrá hacer instrumento de la formación. Y habrá escogido esa carrera no por la huella de su formación (que no la tiene), sino por asuntos pragmáticos: facilidad, horarios, vacaciones, estabilidad (lo que sea). Y esta pragmática es posible porque NO es cierto que el sujeto busque de forma constante la formación… si así fuera, ¡no se necesitaría un docente que se preste para que haya formación!

      Borrar
  10. Buen día para todos.
    Si la formación no está en la parte visual, en el oír, etc podríamos afirmar que de acuerdo con esta entrega la formación enviste al sujeto, lo transforma o reconfigura?
    La formación sólo se considera formación si y sólo si impacta al sujeto y lo transforma?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Edson

      Todo el tiempo lo que aquí decimos en con arreglo a nuestras definiciones. No es que la palabra ‘formación’ quiera decir esto o aquello, pero sólo se puede tratar de entender algo especificando los términos. Los antropólogos intentan que ‘parentesco’ solo quiera decir una cosa. En lo cotidiano, las palabras tienen muchos significados, pero en otros contextos —como el de la comprensión, como el de los juegos, como la jurisprudencia— se pretende (es sólo una pretensión) restringir su ámbito de significación. Entonces, no es que le estemos cambiado el significado a algo, sino que lo estamos definiendo para nuestra comprensión. Así, en este marco, ‘formación’ no es lo mismo que ‘educación’. En la educación se crean unas condiciones, entre las que están los enunciados, las imágenes… pero esas acciones no necesariamente producen formación. Estamos tratando de entender lo que dice Comenio: que la formación va más allá de las imágenes, de los enunciados… y que se arraiga en el sujeto.
      Ustedes saben que hay palabras que entran por un oído y salen por el otro. ¿Cómo llamarían a ese ejercicio? Y también saben que hay palabras que tocan al sujeto. ¿Cómo llamarían a ese ejercicio?

      Borrar
  11. Para emprender la misión de dejar grabado en el corazón del formante, un algo que no sabemos qué es y que solo lo sabremos cuando este se convierta en un deseante. Es necesario y de acuerdo con mi compañero Luis Fernando, haber pasado por el proceso de ser interpelado por el "Otro" y por el "otro" y haber tomado la decisión -como lo expresamos en algún momento en clase- de asumir dos trabajos uno continuar aportando al mundo de la praxis estando por fuera de ella, pero además intersectándola para pescar en ella y atrapar algún sujeto al que se le brinda la posibilidad y este desea empezar a trabajar por su propia cuenta. Al estar enamorados de un saber, ni siquiera hay que proponerse provocar a los demás, el solo enamoramiento mío ya genera en otros curiosidad, hablábamos en algún momento de las palabras de Sócrates "No es conmigo es con el saber", para emprender con la misión primero hay que enamorarse y después asumir un trabajo adicional querer que el "otro" también se enamore.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Sonia

      De acuerdo: se verifica lo que Comenio llama ‘misión’ (palabra que no me gusta) cuando el trabajo de un docente —que tiene una relación de deseo con el saber, y además, tiene el deseo de trasferir la posta— efectivamente engancha a alguien. Por eso, no podemos hablar de “emprender la misión” (sería un objetivo, no un efecto), pues esta se verifica al final. Se puede hablar de “emprender el proceso educativo”… pero no el formativo; así mismo, se puede hablar de “emprender una seducción”… pero no de emprender un enamoramiento.
      Como docentes, nosotros NO dejamos nada grabado en el corazón del formante, es la situación la que lo hace; y en esa situación notros ponemos algo, por supuesto (somos mediadores en relación con el Otro-Saber), pero también el azar y también el estudiante… independientemente de la idea que se hagan cada uno de los participantes.
      Entonces, no basta con tener deseo de saber (pues uno sería un buen conferencista, pero no un maestro), sino que hay que querer pasar la posta a otro, lo que implica HACER algo… así como la relación con el saber requiere estudiar, investigar. De manera que, cuando el estudiante muerde el anzuelo, uno puede decir —para salir de apuros— “no es conmigo, es con el saber”, pero sí que es conmigo también, pero es mejor desmarcarse de esa posición.

      Borrar
  12. Pienso en el asunto de vincularse con el saber, de cómo un sujeto perteneciente a una contingencia y que aún no se conoce a sí mismo, es atraído por una estructura simbólica.

    Ahora bien, tocar fibras a estudiantes, dejar huella, y que «¡ojalá todas estas cosas queden esculpidas […] en sus corazones!» no creo que sea el objetivo del Vicario de estos días, es más, éste dista de muchos que tiene el sistema educativo colombiano (privado y público) por ejemplo. Pero, si el mediador tiene realmente la misión de formar por amor al saber, por amor a seguir aprendiéndolo y por amor a enseñarlo, encontrará respuestas o más preguntas en el proceso de formar a otros, y a lo mejor en esta dinámica, algo quede esculpido en algún corazón.

    Por otro lado, entrar a estigmatizar el uso de la imagen me resulta una empresa un tanto compleja actualmente; por supuesto, entiendo el deterioro en muchos sentidos que tiene la formación y la educación que hemos recibido y ofrecemos, pero no sólo lo veo como el resultado de algo netamente estructural. Los distractores impuestos y elegidos “libremente” son exitosos, precisamente porque buscan afectar lo sensorial del humano; sin embargo, si se establece, de algún modo, el vínculo con la estructura, puede haber formación.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Andrea

      Esa es la pregunta del millón: ¿cómo atraer hacia el saber a un sujeto GOBERNADO POR SUS IMPULSOS (esta podría ser la traducción de “no se conoce a sí mismo”)?
      Los maestros NO dejamos huellas… es el proceso el que deja huellas. Además, ese NO es nuestro objetivo… nuestro objetivo es estudiar —si deseamos el saber—, y nuestro compromiso es hacer algo con ESOS estudiantes, en las condiciones X, a propósito del saber que deseamos.
      Y si por estos días eso no lo podemos hacer, como piensas, QUERRÍA DECIR QUE NO ES ALGO ESTRUCTURAL y, entonces, toca volver a hacer la explicación por otro lado. No me parece. Me parece que hoy, como siempre, nuestra labor es difícil y hay varias opciones (que no están determinadas por las instituciones o por la política educativa, pues son decisiones nuestras): una es hacer dejación del saber y pasarse al discurso “políticamente correcto”, que NO produce efectos de formación (al menos en relación con el saber); y la otra es no cejar en nuestro deseo de saber e inventar algo delante de los estudiantes —con el saber— en las nuevas condiciones. ¿Por qué? ¿Porque somos buenas personas? No, si se trata de deseo… a no ser que se trate de otra cosa, como un anhelo, o un impulso…
      Nadie está estigmatizando la imagen por sí misma. Estamos diciendo que la imagen es sensible y que con ella todo el mundo es dichoso… pero que con imágenes NO se llega al saber. Entonces, el que quiere saber —el que quiere, o sea que no es para todo el mundo—, le toca optar por los objetos inteligibles. ¡Y ambas cosas son estructurales! Si se puede tocar al sujeto con la imagen, es porque algo lo hace posible. Y si se puede tocar al sujeto con el arte, es porque algo lo hace posible. Y si se puede tocar al sujeto con el saber, es porque algo lo hace posible. Lo que está dado es lo fácil, la formación —en relación con el saber— no es fácil… ¡por eso nos pagan!

      Borrar
    2. Releyendo su respuesta Profesor Guillermo, encuentro que tiene toda la razón, sobre todo en aquello que menciona de la imagen: “Si se puede tocar al sujeto con la imagen, es porque algo lo hace posible.” Y ese “algo” viene de La estructura.

      Borrar
  13. Según Comenio la formación produce huella la cual queda esculpida en el corazón después de pasar por manos del vicario o formador, esta huella no se debe confundir con aquello que no deja huella así genere recuerdos, o por lo percibido superficialmente por los sentidos. Entiendo que es un surco por el que los asuntos del sujeto van a fluir, no sé si vale la analogía” no es un software que se instala, sino que es algo que se construye y se incorpora en el hardware” y es forzoso construirlo por nuestra singularidad. Cada sujeto se forma, pero a condición de verse marcado por lo que hacen los formadores, lo que traduce que es más importante la acción que el discurso, el poder formar a partir de nuestras acciones y nuestro deseo, amor y pasión por el saber en el caso de la educación.

    ResponderBorrar