Páginas

miércoles, 8 de abril de 2020

05. Si Me conocieras, ¿te conocerías?


El segundo parágrafo del capítulo primero de la Didáctica magna alude a una voz celestial, presente en la Biblia, que pregunta: «[…] si me conocieras, ¿te conocerías?» [I, 2]. Esto confirma el lugar N como Otro, ahora como voz celestial, que se dirige a C, «mi hechura» [I, 2]. Vamos a la pregunta: si Me conocieras, ¿te conocerías? Según dijimos (Cfr. fig.3), es posible conocerse gracias al reconocimiento del semejante (registro imaginario), con el sustento de Otro (registro simbólico). O sea, por un lado, conocer al semejante —y, por lo tanto, a sí mismo— es posible, pero bajo la forma de un conocimiento paranoico[1], es decir, bajo la especularidad imaginaria, sometido al transitivismo, a la captación por la imagen del otro que nos lleva a imputarle el golpe que le asestamos[2]; en cambio, no es posible conocer del todo al Otro (atención a las flechas y a las líneas punteadas en la fig.3), pues él es la garantía del conocimiento, el punto que no se dirime, sino justamente aquel que sirve para dirimir el saber. Por eso, en las Meditaciones metafísicas, Descartes se ve en la necesidad de restablecer a Dios en el lugar de garantía, luego de haber elucubrado con la posibilidad de un Dios-engañador. No dudamos del diccionario cuando lo usamos para dirimir una duda o una discusión sobre la ortografía de una palabra.


Entonces, la respuesta a la pregunta del segundo parágrafo de la Didáctica magna sería: “no Te conoceré plenamente, Señor, pero, en pos de ello, me aproximaré a conocerme a mí mismo”. Es la misma idea de la sentencia que hay en el primer parágrafo, pero con la explicitación del lugar N, del Otro (Dios, en este caso). Este detalle también es constitutivo de la formación: para que el estudiante le suponga un saber al profesor (necesario para que haya relación formativa), éste tiene que ser —en algún sentido— una incógnita para aquél.

Así, podríamos hacer una extrapolación de la función N: lo que esté en ese lugar, en tanto condición del juicio, es difícil conocerlo en sí mismo[3]. Cuando, gracias a cierta intervención de otro, alguien intenta ese conocimiento y resulta trasformado, llamamos a eso formación.

El segundo parágrafo también ratifica que hay formación sólo a condición de cierta acción propia del sujeto, pero pasando por el Otro, ahora de manera más clara: no puede ser —cfr. fig.3— una simple “acción sobre sí”; no hay acción directa de conocerse a sí mismo, por ejemplo, como una mera introspección[4]; por eso, en la figura siguiente (que representa la pregunta del parágrafo), no hay relación entre la creatura y el formado [C–Ø–NC], pues, de un lado, no habría autoformación (ni autodidactas, como hemos anotado); y, de otro lado, no habría vuelta atrás: desde la posición de ‘formado’ no nos podemos devolver a ‘creatura’. Se trata de una discontinuidad.




Continúa el parágrafo: «Yo, la fuente de la eternidad, de la sabiduría, de la bienaventuranza; tú, mi hechura, mi imagen, mi delicia» [I, 2]. En este enunciado se confirma que recomendar la sentencia tenía una fuente positiva: viene de alguien que es la bienaventuranza; y se agrega una falta en el Otro, toda vez que su criatura es una delicia. ¿Por qué ‘falta’? Porque sólo un Dios al que le falta algo puede deleitarse: no lo estaba, algo le faltaba; así, la criatura contingente (pues Él la creó) es su objeto de goce. Ahora ya tenemos un elemento en –N–C: lo que falta.

Atención: no estamos sometiendo a escrutinio teológico la frase de Comenio (y menos nuestra interpretación); el caso es que, si el Otro no tuviera una falta, no inauguraría lo contingente (o sea: la creación), pues estaría completo, sería total[5]. El sujeto sólo es posible a condición de una falta en el Otro[6].

Tres asuntos quedan planteados en el segundo parágrafo:
  • decir «tú, mi hechura» [I, 2] equivale a afirmar: soy lo Otro (en el lugar de N), o sea, «fuente de la eternidad, de la sabiduría, de la bienaventuranza» [I, 2]. En este caso, se trata de la escena simbólica;
  • decir «mi imagen» [I, 2], equivale a afirmar: eres mi semejante. Ahora se trata de la escena imaginaria;
  • y decir «mi delicia» [I, 2], equivale a afirmar: eres mi objeto de goce. Se trata de la escena de satisfacción.

Así quedaría representado:


En la fig.5 se observa una continuidad 

que podría entenderse como “Dios necesita permanentemente al hombre, dada su falta” («juntando eternamente mi naturaleza a la tuya» [I, 3]). Pero como el hombre, en tanto creatura, tiene que ser formado, también podría leerse como: si no existiera Dios, habría que inventarlo[7]. Es decir, N es una función estructural (necesaria, en sentido modal): no puede no estar, independientemente del nombre que le demos en cada momento histórico. Comenio recurre a Dios y al libro sagrado[8], pues «En su época, toda Europa estaba bajo el dominio de la religión. Todo en el mundo se explicaba según la Biblia y el credo dirigía las vidas humanas; una supuesta desviación de él equivalía a la herejía, la cual se pagaba cruelmente»[9]. Por lo tanto, objetar a Comenio por usar los recursos disponibles es pedirle que pertenezca a otra época. Hay otras dos perspectivas: a.- establecer la manera específica como el autor hizo su propuesta; es una perspectiva que permanece a la zaga de los acontecimientos. b.- Detectar los elementos de lo estructural presentes en su realización, lo cual es —parafraseando a Cassirer— situar una perspectiva sistemática que le dé un lugar al horizonte histórico.





[1]     Jacques Lacan, «Acerca de la causalidad psíquica» (1946), p. 177.
[2]     Ibid., p. 178.
[3]     Pierre Bourdieu (1982) y Claude Lévi-Strauss (1960) coinciden en afirmar que sus disciplinas —sociología y antropología, respectivamente— se constituyeron como tales sólo cuando fueron capaces de poner en entredicho las condiciones mismas que las produjeron.
[4]     Cosa que se olvida en ámbitos escolares, cuando se piden “narrativas” y “autobiografías” como mecanismos de auto-conocimiento.
[5]     Escuché de William Ospina la siguiente frase: «Dios creó el mundo para tener el consuelo de un cuerpo».
[6]     Por eso, la angustia se produce, justamente, cuando falta la falta del Otro: Lacan, La angustia (1962-3), p. 52.
[7]     Voltaire. «Epître à l'auteur du livre des Trois imposteurs» (1768), p. 402.
[8]     «[…] esto se halla suficientemente expresado en la Sagrada Escritura y nosotros creemos firmemente que así acaece […]» [II, 2].
[9]     František Kožík: Comenio. Ángel de la paz (1993), p.31.

16 comentarios:

  1. No es posible encaminarse si no hay un paso a paso, estaremos dando tumbos para un lado y otro. En otras palabras si no somos interpelados por el "otro" y por el "Otro" y encendidos con la chispa del efecto formativo, no emprenderemos la búsqueda de aquello que nos falta, solo seriamos intuitivos viviendo una vida sin un horizonte.
    Lo estructural podría estar en que siempre hay que seguir tres pasos.
    El primer paso, del "Conócete a ti mismo", buscar lo que falta a través del conocimiento el cual tampoco es una garantía de satisfacción porque el conocimiento es infinito.
    El segundo paso es entonces adquirir la disciplina que sería impuesta (de forma autorizada) por "el tercero", el mundo simbólico "el deber ser", la constancia, el trabajo, casi que el modelo a seguir.
    El tercero, sería no desfallecer porque la satisfacción es inmediata y la falta de algo siempre estará y no olvidar que la búsqueda no es posible sin el "otro".

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Sonia

      Tienes una definición del sujeto: dar tumbos para un lado y otro. La formación le responde a eso, no a la existencia previa de un “sujeto cognoscente” o de un “sujeto moral”. Y esa formación, entonces, es paso a paso —como dices—, pues apunta a la condición humana. No es cambiar un enunciado por otro, o un “hábito” por otro. Y eso ocurre en una escena compleja que, mientras tanto, está representada en la fig.2 (entrega #3).
      Sin la chispa del efecto formativo —como dices— no emprendemos búsquedas, sino que damos tumbos. Y no es que entre esos tumbos no haya un horizonte (no nos pongamos moralistas), sino que es un horizonte estrecho (poco conducente a una vida social).
      Lo estructural es lo que estamos tratando de armar con los esquemas. Vimos que se trata de lugares, de funciones… que serán llenados en cada época con elementos disponibles (eso ya sería historia).
      Por ahora, me parecen muy bien tus tres pasos. Sólo diría que no son “pasos” sino MOMENTOS LÓGICOS, diferenciables, pero simultáneos es distintas intensidades.

      Borrar

  2. En el enunciado e interrogante: si me conocieras, ¿te conocerías?, se puede identificar la posibilidad de un conocimiento del sujeto sobre sí, por medio del reconocimiento del Otro, que le otorga un lugar (existente); es decir que lo identifica y distingue al sujeto de los otros. El Otro ofrece al sujeto la posibilidad de conocer, o sea el sujeto en su estado de -no saber- necesita de un otro (registro imaginario) y un Otro (registro simbólico) que lo provea de saber (es).

    La formación es un escenario que favorece la creación de condiciones de posibilidad, para tramitar aspectos de la condición humana, entre estos lo pulsional. Dentro de estas condiciones se construye la relación con el saber, puesto que en esta se encuentra un actor-Maestro (Otro), el cual ya tiene una modalidad de satisfacción con este, que tiene la posibilidad de ofrecer, poner en escena (saber), como modalidad de satisfacción. Asimismo coexiste el actor-estudiante, sujeto susceptible (si lo desea-decide) de ser formado y de establecer una relación de satisfacción con el saber.

    En relación con el enunciado «Yo, la fuente de la eternidad, de la sabiduría, de la bienaventuranza; tú, mi hechura, mi imagen, mi delicia», se reconoce un (Otro) el cual es una voz autorizada porque tiene un saber (es), aunque se encuentra en falta. El cual reconoce-crea al sujeto (otro), el cual es un ser incompleto que debe, necesita ser formado.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Dayan

      A partir de lo que dices, pienso en que los dos enunciados (imperativo y pregunta) se refieren a personas. Hoy esas personas son menos visibles. Se visibilizan cuando miramos —por fuera de estereotipos— nuestra historia: es indefectible que cuando hablamos de nuestra elección, hay una persona de por medio, un Otro.
      Y el efecto formativo produce, entre otras, lo que dices: el sujeto se distingue de los otros; pero esa distinción es lo contrario de “identificación”.
      Ahora bien, esas mediaciones no “proveen de saber”. La formación no es una “entrega”. Si así lo fuera, nos quedaremos dando clases por internet. La presencia del otro es más compleja. Por ejemplo, en lo que llevamos visto, interpela al sujeto, lo hace volver sobre sí mismo… ¡Eso no es proveer! Que el sujeto no sepa es algo que dicen otros, pues él está dichoso en la vida. ¿Cómo hacemos para que se dé cuenta de que no sabe y que eso lo interrogue en su ser?
      Una cosa es decir que “la formación es un escenario que favorece la creación de condiciones de posibilidad”… y otra cosa es decir que “si se dan ciertas condiciones de posibilidad y el sujeto muerde el anzuelo, entonces podremos hablar, al final, de que HUBO formación”. De lo contrario, parece un bien propósito que, si lo ponemos a funcionar, logramos la formación. No. Es más complejo que eso, pues nosotros mismos estamos en juego.

      Borrar
  3. "Si me conocieras, ¿te conocerías?" nos da pistas respecto a lo necesario en la formación. En entradas anteriores llegábamos a la conclusión de que era necesaria la existencia de tres sujetos y unas relaciones entre ellos (imaginaria y simbólica), ahora se profundiza en la relación del sujeto (creatura) con el Otro.

    Si bien se reconoce que el lugar del Otro (N) es una condición de juicio, y que por lo tanto es distante del lugar de la creatura (C), hay una invitación para que C, este "más cerca" a N (sin que pueda llegar estarlo realmente en algún momento), pero sí que lo pone en otro "nivel" (NC) como un sujeto formado.

    Entonces, en la lectura se afirma que es difícil llegar a conocerlo a sí mismo, porque está en otro lugar, pero que existe un otro que interviene en el intento de conocer a ese Otro y que en ese intento ese conocimiento resulta transformado, así llega al sujeto a quien se hace la requisición. Sin embargo, el detalle constitutivo de la formación es aquel que reconoce un lugar N del Otro, lo cual interpreto como esa distancia entre la creatura y en este caso Dios que lo vuelve enigmático y genera un deseo en el sujeto por conocer a ese Otro, en tanto no es igual a él.

    Por otra parte, respecto a los detalles constitutivos de la formación otorgados en la lectura, se reconoce el de la condición que existe de una acción propia del sujeto (un deseo por conocer al Otro y un esfuerzo para hacerlo y así poder llegar a conocerse a sí mismo) y la necesidad de que esta acción pase por el Otro.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Paola Pottes

      Por lo que dices, habría que aclarar que la escena de satisfacción no está representada en el esquema L (entrega #4). Ahí sólo están las escenas imaginaria y simbólica.
      No sé si se trate —como dices— de que C esté "más cerca" a N. Vamos del imperativo “conócete a ti mismo”, a la pregunta “Si te conocieras, ¿Me conocerías?”. La pregunta incluye el imperativo, pero lo pone en duda. ¿No es una pregunta retórica?
      Por eso sugiero prestar atención a las acciones que se hacen en por de conocerse, que ahora tienen el horizonte de conocer a N. Como dices, lo que produce un “formado” es el trabajo en pos de conocerse (y de conocer a N), no el conocimiento mismo.
      El “enigma” de N y el deseo de conocerlo hay que construirlo, hay que poner al sujeto en relación con eso (no es espontáneo). Si en lugar de Dios pones “conocimiento”, se trata de lo mismo: nuestro acto como maestros hace del saber una incógnita y trabajamos que para el estudiante desee el saber.

      Borrar
  4. En primera instancia la postura de esta sesión al hablar de “Si Me conocieras, ¿te conocerías?” indudablemente nos pone en el plano de seguir analizando el primer concepto (“Conócete a ti mismo") en ese sentido y relacionándolo con el anterior tema del seminario, no es posible la formación si no generamos las relaciones con el "otro" y por el "Otro"
    Desde la postura de Comenio, donde el "Conócete a ti mismo", es la invitación por la búsqueda del conocimiento y durante ese proceso se debe perder algo. También se pude Afirmar que la disciplina debe ser impuesta (siempre debe ser autorizada). Y así mismo la satisfacción del conocimiento es progresiva y nunca inmediata y durante esta construcción de debe consolidar las relaciones con el “otro” sin desconocer el lugar se le otorga (existente). Por ende, lo identifica y lo distingue.
    En esta misma línea, en el texto se pude encontrar el reconocimiento del “otro” desde la consigna de “Yo, la fuente de la eternidad, de la sabiduría, de la bienaventuranza.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Jhon

      Efectivamente, en “Si Me conocieras, ¿te conocerías?” está incluido el “Conócete a ti mismo". Pero ahora ya no podemos pensar en un “yo con yo” (que queda descartado cuando aparece la requisición), sino en un “yotro” (Rimbaud).
      Si entiendo lo que dices, la requisición tiene dos libretos: el superficial (conocimiento) y el profundo (la pérdida). Me gusta esa idea.
      En ese camino está la tensión entre imposición y consentimiento; si hay sólo imposición, tendremos rebeldía; pero si hay consentimiento, tendremos posibilidad que requiere del trabajo del sujeto (¡nadie lo puede hacer por él!).
      Ahora bien, el lugar obtenido —no “otorgado”— ¿por qué tendría que identificarlo”?
      En la última línea de [I, 2] ¿quién reconoce? Es muy compleja para reducirla a eso. Pienso, más bien en que N explicita tres escenas (fig. 5): simbólica (“Soy N”), imaginaria (“Somos iguales”) y de satisfacción (“Algo me falta”).

      Borrar
  5. "[…] Este detalle también es constitutivo de la formación: para que el estudiante le suponga un saber al profesor (necesario para que haya relación formativa), éste tiene que ser —en algún sentido— una incógnita para aquél". De acuerdo a lo anterior, es posible afirmar, que la ausencia y entender esa ausencia de un saber supone la necesidad de saber, la necesidad de saber que desconozco y soy consciente de ello, cuando el Otro posee eso de lo cual carezco. Pero ¿Qué significa ser una incógnita?. El docente como una incógnita para el estudiante, en qué sentido se puede comprender. ¿Qué conoce? ¿Cómo llegó a conocer? o ¿Por qué me interesa lo que conoce?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Yurany

      En la pregunta del parágrafo [I, 2] campea la incógnita: de un lado, no se afirma que el Otro [en N] sea cognoscible, de ahí la pregunta (“… ¿Me conocerías?”); y, de otro lado, el conocimiento del sujeto queda en condicional: “Si te conocieras…” (no se asegura que pueda hacerlo)
      Tanto el sujeto como el Otro son incógnitas. Lo que estoy diciendo es que eso es constitutivo de la formación (en general, de las relaciones en las que se juega el deseo). Según la Didáctica Magna, ¿Dios lo sabe todo? No, pues tiene una falta que lo llevó a crear un ser para deleitarse (“mi delicia”). Así mismo, ¿lo sabe todo el maestro? No, pues tiene una falta que lo hace investigar. ¡Y es en esa falta —desconocida para el mismo sujeto— donde puede alojarse el estudiante.
      Estamos hablando de relaciones, con el telón de fondo del saber; no estamos hablando simplemente de “entregar el saber”. El saber no es una incógnita per se; lo será cuando el sujeto se interese por él, gracias a las condiciones puestas por otro.
      Por esto, hablo de la importancia de la incógnita. Si el maestro se reduce a las diapositivas de PobrePoint, no será una incógnita, ni hará del saber una incógnita para el estudiante.
      El Otro NO posee eso de lo cual carezco. A él también le falta algo. Y es su hacer con esa falta delante de los estudiantes lo que puede —no hay garantía— hacer que ellos tomen la posta.

      Borrar
  6. Solo hay formación por la acción propia del sujeto, pero pasando por el Otro. En la figura 4 vemos que no hay relación entre el formado y la creatura, la cual solo intenta conocer a Dios ya que éste no puede ser conocido plenamente y por lo tanto es una incógnita para la creatura. Intento entender en esta figura a la creatura como aquel estudiante que quiere llegar a la respuesta sin haber hecho el procedimiento, aquel bebé que quiere correr sin haber gateado, lo cual conlleva a la No formación. La creatura debe pasar primero por una relación con el formado que en este caso puede ser el Maestro quien guía y propicia el ambiente de formación o podría verlo también como el proceso el cual también es formativo.
    La frase “Si no existiera Dios habría que inventarlo” supone la necesidad de que haya un elemento N, necesario para la formación, no importa que nombre le demos es estructural. Ese N siempre estará incompleto, tendrá una necesidad o una excusa para deleitarse. En el ejemplo anterior en el cual N es la institución Gubernamental formadora de formadores, su falta y deleite será la formación de sujetos que cumplan el rol de formadores.
    De acuerdo a la interpretación de los escritos, solo estamos analizando el efecto formativo sin introducir en esta discusión los contenidos o la finalidad de este.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Leonardo

      Para entender qué es la creatura, hay que remitirse a la fig. 4. Está en el lugar de lo contingente [C]. Quiere decir que “dejó de no ser y ahora es”. No es algo necesario. En la fig. 5 vemos que Dios hace al hombre, el cual queda en posición de contingencia: Dios podría no haberlo hecho. Pero, según venimos analizando, hay que hacerle algo a esa creatura para que devenga algo más. Ese “más” es lo que estamos llamando ‘formado’. Ya está “hecho”, ahora falta “formarlo”. Y eso no tiene vuelta atrás, no puede “des-formarse”, Hasta ahí llega la fig. 4.
      Con base en esto, puedes imaginar lo que quieras.
      Y te adelantas con la idea de que “La creatura debe pasar primero por una relación con el formado” (el Maestro). Muy bien. Pero describes a ese formado, por cuyas manos debe pasar la creatura, usando más tu imaginación que lo que hemos discutido: el maestro NO guía. Tiene que desear el saber para poder crear condiciones para la formación.
      De acuerdo con lo que dices: según la frase de Voltaire, N es estructural, no puede no estar, es necesario para la formación. Pero ha de estar incompleto; si no, es horroroso: impositivo, autoritario, arbitrario. Ahora bien, NO confundan lo que estamos analizando con una institución. ¡Son dos cosas distintas! ¿Quién puede saber lo que está ocurriendo en el salón de al lado?

      Borrar
  7. En el Esquema L con la lectura, menciona que el Otro sobre el sujeto interviene sobre su autorreconocimiento “que no es una acción sobre si mismo”, pero tal, participa a medida de que el sujeto se acerque al otro y afecte en su contexto circundante. En tanto la formación, con la acción del educador que modifica en las relaciones imaginarias y simbólicas, hace un acercamiento al “conócete” con los elementos sociales-culturales que de momento se presentan.

    Por otro lado, en esta entrega “el sujeto sólo es posible a condición de una falta en el Otro” desde esta premisa, el Otro, se va adecuando con relación al momento histórico y las condiciones del contexto que estén en demanda, para que el sujeto tenga la posibilidad “aproximarse” de conocerse a si mismo.

    En la Gráfica 4 aparece la figura de “creatura”. Ante esta, mi pregunta ¿el ser humano durante su vida reduce ese “creatura” en el transcurso que el Otro y el otro lo permea? O ¿desaparece por completo en el sujeto la “creatura”?

    ResponderBorrar
  8. Se podría decir en este punto del análisis sobre la Formación y sobre lo planteado por Comenio en La Didáctica magna, específicamente en el parágrafo 2, que el sujeto (estudiante) está situado en un espacio conformado por unos elementos fundamentales para que la formación se lleve a cabo o tenga un buen desenlace. Y una vez más se advierte que la estructura del saber le permite al profesor crear condiciones de posibilidad y también ciertas transformaciones en las relaciones imaginarias y simbólicas que el estudiante logra establecer. Sin embargo, son aquellos criterios estructurales los que pueden garantizar este hecho formativo.

    Como segundo aspecto relevante, está el autorreconocimiento que el sujeto hace en el proceso de Formación. Esa acción de autorreconocerse está sometida, inicialmente, a la acción de conocer al Otro, conocer la voz del Otro; por otra parte, el sujeto se involucra en la acción de conocer a otros que son sus semejantes y con los cuales se relacionará.

    Al final, el elemento –N-C: lo que falta, permite observar al profesor en el ejercicio de formar, como el intermediario entre el saber (Otro) y el sujeto (estudiante) que lo requiere. Así que tal elemento, –N-C, podría ser el punto de partida y de llegada que tiene la Formación.

    ResponderBorrar
  9. Procurando comprender la figura 4 y la figura 5, me veo en la necesidad de devolverme a la figura 1 de la cuarta entrega en el blog. Principalmente, interesa comprender la tensión entre relación imaginaria/relación simbólica (la relación imaginaria nos da un cuerpo y abre un espacio entre semejantes; mientras que, la relación simbólica nos abre un intercambio en una cultura) esto, en términos de lo que nos ha planteado el profesor, es claro en que no hay registro simbólico sin registro imaginario. Ante muchos interrogantes sobre el texto el “Estadio del espacio” de Lacan, me atrevería a hacer un ejercicio de lectura propia desde Bourdieu para entender el esquema L. Así pues, entendería que se trata de un proceso de legitimación que implica necesariamente un proceso de distinción ¿tal vez hacia esto apunta la formación? ¿Cómo maestros creamos estas condiciones? Por el momento, es claro que frente a que, en cada uno de los intercambios lingüísticos, los hablantes definen la estructura a la cual pertenecen y ratifican en ella la función y la clase de la que son miembros. Así que la lengua se convierte en un capital lingüístico, que se encuentra condicionado por la estructura de las relaciones de clase que implica necesariamente una relación simbólica, pues “los discursos no son únicamente signos destinados a ser comprendidos, descifrados; son también signos de riqueza destinados a ser valorados, apreciados y signos de autoridad destinados a ser crecidos y obedecidos” (Bourdieu, 1985:40)

    ResponderBorrar
  10. Con esta entrega y dada algunas dudas que tenía o tengo aún sobre ese "Otro", que puede ser la imagen de un maestro, una institución o el mismo conocimiento. Al parecer, todos nos inclinamos por el tercero (el conocimiento).
    A medida que transcurren estas conversaciones, salen a flote muchas dudas y preguntas acerca de mí mismo como sujeto pulsional o sujeto de deseo; deseo por ese nuevo conocimiento.
    Ahora bien, por lo que alcanzo a comprender en esta entrega ese "Otro" necesita indudablemente de su creación (creatura) para deleitarse porque, como afirma lo dicho por el profesor es algo que le falta a él mismo, y a su vez, dicha "creatura" también necesita del "Otro" para,complementarse.
    En la educación pasa lo mismo entre el maestro y el alumno?-Hay algún otro actor en esta relación?

    ResponderBorrar