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miércoles, 25 de marzo de 2020

02. ¿Qué conocimiento en juego?


Si otro —no importa quién, podría ser Dios— le dijera al sujeto lo que es, habría dos opciones: alienación u olvido.
  • En el primer caso se trataría de una verdad con efecto alienante, sin efecto formativo, pues no la habría creado el mismo sujeto. Decirle lo que es (que otro lo conozca, que el conocimiento venga desde afuera) no conllevaría al beneficio esperado en la sentencia. ¡Para la formación no hay atajos! No estamos hechos para que nos digan lo que somos, pues tal declaración —otro acto de lengua— sería un saber-ajeno con pretensiones de universalidad (“estás en la etapa post-convencional de desarrollo moral de Kohlberg”, por ejemplo) y dirigido a un sujeto considerado solamente en su dimensión epistémica. Lo alienante está en que el sujeto se identifique con esa declaración, a partir del cual crea, por ejemplo, que no puede (porque se lo dijo un profesor) o que es un alcohólico (porque se lo dijeron en AA) o que es un bipolar (porque se lo dijo un psiquiatra).
  • En el segundo caso, el sujeto olvida ese saber sobre él, como se ve en el relato “Inferno I, 32” (1960) de Borges: después de que Dios le declara —en un sueño— a Dante el secreto propósito de su vida y de su labor, éste «supo al fin quién era y qué era»; pero, al despertar, «[…] sintió que había recibido y perdido una cosa infinita, algo que no podría recuperar, ni vislumbrar siquiera […]»[1].

No estamos hechos para que nos digan lo que somos, sino para construirlo nosotros mismos, en el marco de ciertas condiciones de posibilidad. Un “saber” de ese tipo deviene verdad-propia, singular y realizada por un sujeto no meramente epistémico: al sujeto epistémico —que ha mirado hacia afuera— ahora se le exhorta a vencer aquello que se ha opuesto a que se mire. Y ese nuevo esfuerzo no es principalmente epistémico. Por estas razones, la sentencia en comento no está dirigida a todos (“Conózcanse a sí mismos”), en relación con un saber de aspiraciones universales; más bien está dirigida a cada uno (“Conócete…”), en relación con la verdad singular; así, lo que cada uno sepa será distinto y no de orden epistémico.

De tal manera, la formación estaría más del lado del procedimiento que del contenido obtenido (¿lo contrario de la información?). Otra manera de decirlo: “Siempre y cuando te conozcas, no importa lo que seas”, es decir, no importa el estatuto cognitivo de lo aprendido sino el acto de aprenderlo. La verdad de la formación es el proceso, no el contenido[2]. Que a posteriori le atribuyamos el peso al contenido, es otra cosa (no resistimos una forma sin contenido). La historia de los conocimientos testimonia de la falibilidad de los saberes durante la formación: de un lado, la idea que nos hagamos de lo que somos dependerá, en gran medida, del saber circulante en la época; y, de otro lado, basta dejar pasar un lapso para que toda enseñanza oficial se revele como «hecha de mistificaciones y novatadas», como dice Octave Mannoni[3]. Si bien la formación no se da en ausencia de los contenidos, éstos tienen el valor de una X en el algoritmo de la formación (X a despejar cuando se tiene curiosidad histórica). Ejemplo: enseñar a Ptolomeo o a Copérnico o a Kepler… no nos autoriza a poner en entredicho la formación producida bajo cada uno de esos referentes. Por tales razones, Descartes puede elogiar el proceso que lo formó, pero emprenderla contra los saberes que le enseñaron[4].

Si la consigna “¡Conócete!” apunta a una acción que realiza el sujeto y que sería benéfica para él, ¿por qué no se le ocurre al mente mismo?, ¿por qué el imperativo?, ¿por qué se impone ahí una requisición?, ¿por qué se impone la presencia de otro? Recordemos: para que una requisición se realice, el hablante tiene que estar investido por el interlocutor, en el marco de una relación social. De lo contrario, no habría allí un pedido: la frase no sería realizativa[5]. Por eso, según Comenio, «para entregarla a la plebe» [I, 1], los sabios afirmaron que la expresión Conócete a ti mismo «había descendido del cielo» [I, 1], como dijo el poeta romano Juvenal (60 - 128); «[…] y cuidaron de que fuera inscripta con letras de oro en el frontispicio del Templo de Apolo en Delfos, donde concurría gran multitud de hombres» [I, 1].
Comenio distingue, de un lado, la plebe, la multitud; y, de otro lado, el cielo y Apolo; y para que estos extremos se vinculen, se necesita una mediación: la de los sabios, la que Comenio llama ‘nosotros’: según él, la verdad «es más clara para nosotros que para ellos» [I, 1]. Por eso, quien hace la requisición no está incluido en la solicitud (no dice “Conozcámonos a nosotros mismos”): o bien ya se conoció a sí mismo, o bien tiene otro estatuto (divino, según veremos) que no lo requiere. En cualquier caso, está autorizado para pedirlo a otros[6].


Austin, John L. [1955]. Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona: Paidós, 1981.
Borges, Jorge Luis [1960]. “Inferno I, 32”. En: El hacedor. (Obras Completas. Buenos Aires: Emecé, 1974).

Mannoni, Octave [1970]. «Psicoanálisis y enseñanza (siempre la transferencia)» En: Un comienzo que no termina. Transferencia, interpretación, teoría. Barcelona: Paidós, 1982.



[1]     En el cuento de Borges, trascrito en el blog.
[2]     Algo distante de las hoy reputadas —en ámbitos educativos— ideas de “autoayuda” y de “autoestima”. Desde la perspectiva de Comenio, no habría propiamente autodidactas.
[3]     «Psicoanálisis y enseñanza (siempre la transferencia)» (1970), p. 64.
[4]     Ídem., p. 59.
[5]     John L. Austin. Cómo hacer cosas con palabras (1955), p. 48.
[6]     Contrario a la idea, hoy en boga en ámbitos educativos, de que maestros y estudiantes serían iguales en ese nivel (lo pueden ser en otros, pero no en ése).

10 comentarios:

  1. El efecto formativo, tiene tantas variaciones como sujetos existen. Se podría decir que el “Conócete a sí mismo”, aun siendo estructural varía en cada sujeto dado que el proceso de formación tiene un detonante diferente en cada uno. De esta manera, no sería posible un efecto alienante, cuando se trata de un proceso formativo.

    En nuestro contexto, el maestro (sabio) sería el mediador de este proceso formativo, pero es necesario que sea un maestro autorizado, en primer lugar, por que ya tiene un saber y un trabajo adquirido a voluntad y en otro sentido porque sin saber si ya se conoce a sí mismo por lo menos ya está más adelantado en el proceso que el estudiante (la plebe).

    Lo que también queda claro es que, el “Conócete a sí mismo” no puede ser sugerido por una computadora, un tutorial o cualquier conocimiento de este tipo. Dado que un sujeto solo puede ser interpelado por el Otro o por el otro, al que se le puede autorizar y de quién se recibe la orden para iniciar con un trabajo que no es impuesto porque como lo dije fue autorizado. De esta manera el proceso formativo, es activado por el otro.

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    1. Gracias, Sonia

      De acuerdo: “El efecto formativo, tiene tantas variaciones como sujetos existen”, como dices. En cambio, el “efecto educativo” —si pudiéramos decir así— es colectivo.
      Hasta ahora no hemos dicho si “Conócete a sí mismo” es estructural… mientras tanto, digamos es una expresión de época (ya no decimos así) que señala hacia algo que podría ser interesante…
      El efecto —no “proceso”— formativo no puede ser alienante, pero sí puede serlo toda “decisión” o “declaración” sobre el estudiante que se establezca por fuera de una relación consentida que tenga como eje el saber. Un ejemplo: si el estudiante consiente (porque el maestro ha creado ciertas condiciones) a tener una relación con el saber a través de lo que hace el maestro, entonces una frase como “eres perezoso”, puede tener su lugar en la formación. Pero si el maestro no ha establecido las condiciones que lleven al estudiante a consentir (es decir, a autorizar al maestro), la misma frase puede ser alienante, en el sentido de que el estudiante se identifique con ella.
      Fíjate —fíjense— que el asunto no es simplemente “lo que se dice”, sino principalmente “el marco de la relación en que se dice”. Es lo que planteas claramente cuando pones el ejemplo de la frase “Conócete a sí mismo”, pero proferida en el marco de un tutorial.

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    2. Desde el ángulo en la argumentación que propone el blog, consigno como punto de partida la propuesta teórica de Bachelard, y un elemento central en aras de comprender la “formación del espíritu científico”, el cual “debe formarse reformándose” (Bachelard, 2020: 27) Tomando las reflexiones aquí planteadas, es clave el esquema propuesto sobre las etapas del pensamiento científico, términos de preguntarnos por la reconstrucción de ese saber. Como bien se precisó en la pasada entrega, la relación-diferenciación entre la opinión y concepto, permite situar la relación “doxa” “episteme” -como parte de la estructura -. De acuerdo con Sonia, para significar que el trabajo de una academia es pasar de la “doxa” al concepto. En síntesis: la sentencia de Comenio y sus presupuestos relacionan una tensión entre la cotidianidad (esfera de la praxis) y el campo con sus especificidades.

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    3. LUIS FERNANDO BARRERA SIABATO
      De acuerdo, la Academia debe pasar de la "doxa" a la "episteme", pero sin dejar que el contenido le revele un objeto existente desde la tradición y el contexto, ya que esto le conduciría a limitar el objeto a conceptos ya existentes y determinados.

      En tanto al sujeto, debe cumplirse en ese "conócete" el criterio central de la formación (a mi parecer desde el texto central), a saber, el conceder mayor importancia al proceso que al contenido, dado que una prevención respecto al contenido puede restar imparcialidad a los resultados, haciendo que el proceso sea amañado y por determinado.

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  2. Para Comenio la naturaleza es única (al igual que dios según Comenio), entonces el método para la formación también debe ser único y debe moverse entre el enseñar – aprender y el leer – escribir, todo esto en pro de la formación del sujeto.

    Es entonces que se puede decir, que Comenio hace una fuerte apuesta a un proyecto pedagógico desde el “conócete a ti mismo”, pero también posiciona esta apuesta, a una doble problemática entre los social e intelectual, a la que se tiene que dar respuesta desde el conocimiento.

    Es así que la transmisión del saber, desde la cuestión educativa, discutiría con la necesidad de construir conocimiento, (entendiendo el conocimiento como el todo lo que es cognoscible para el ser humano), entonces me surge una duda ¿se puede decir que la problemática principal del “conócete a ti mismo” frente a un método educativo es la transmisión del conocimiento y no la constitución del mismo conocimiento?

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    1. Gracias, Jhon

      Tu comienzo despista, pues los elementos anotados no están en la entrega (ni en ésta ni en la anterior). No quiere decir que no lean más adelante de la “Didáctica magna”, sino que no podemos dar una discusión usando todas las referencias del texto.
      ¡Paciencia!: ¿cómo ajustar lo leído a lo que está en discusión? Y si es imposible entender la obra si ponemos en discusión todos sus elementos, ahora piensen en la vorágine de conversarla poniendo sobre la mesa todas las “opiniones”. Digo esto último pensando en la siguiente frase del comentario: “Comenio hace una fuerte apuesta a un proyecto pedagógico […]”. ¿UN proyecto pedagógico? En ese caso, cualquiera podría decir que tiene OTRO proyecto pedagógico y habremos aterrizado en el amplio reino de la opinión, que no es formativo.
      La pregunta final sí tiene todo que ver con la entrada: el “conócete a ti mismo” no es por el conocimiento (decirlo es, o alienante o inútil, según la entrada), si no por lo que ocurre en pos de ese conocimiento (lo cual tiene que ver con la oposición de Jhon entre “transmisión del saber” y “construir conocimiento”).

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  3. "La verdad 'es más clara para nosotros que para ellos'". Es una proposición universal, una verdad (valga la redundancia) universal; no sólo en el contexto en el cual se pronunció, también si se la lleva a comprender las dificultades concernientes a la formación actual; es decir, por un lado está el mediador (como lo menciona Sonia Amézquita), quién está más próximo de la verdad, no por el saber aprendido, sino por el proceso que ha hecho para llegar a él. Por el otro, está el valor de la formación dado por el sujeto mismo.

    De lo que aquí nos convoca, surge además el siguiente cuestionamiento: ¿cómo distanciarse de las verdades universales y aproximarse a la verdad singular? Probablemente la respuesta esté en entender que, "la formación está más del lado del procedimiento que del contenido obtenido"; en otras palabras, la formación está en el camino emprendido por cada sujeto, también en los hallazgos obtenidos después de la disputa entre la verdad universal y la verdad singular. "No importa el estatuto cognitivo de lo aprendido sino el acto de aprenderlo" y de reelaborar ese saber aprendido, cuestionarlo, aprobarlo, ampliarlo, etc.

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    1. Gracias, Andrea

      Ante la frase “más clara para nosotros que para ellos”, lo primero a analizar es que hay dos lugares. ¡No necesariamente el papá tiene más razón que el hijo!, pero sí está en otro lugar. La formación sólo es posible donde hay una diferencia. No interesa si la proposición entre comillas es universal, sino si es universal la heterogeneidad como condición de la formación.
      Y, como dices, la diferencia tiene que ver más con recorridos que con verdades.
      Ahora bien, no hay oposición entre verdades universales y verdad singular. ¿Acaso hay que dejar de sumar bien (asunto universal) para tener un efecto de verdad singular? Si uno hace esa oposición, termina denostando del saber y, oh sorpresa, ¡tampoco consigue efectos de verdad singulares!
      El asunto es el procedimiento, pero con el telón de fondo del saber, pues sin ése, tampoco hay procedimiento. Nos divertimos jugando, no importa qué, pero tuvo que haber un qué.

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  4. "No estamos hechos para que nos digan lo que somos, pues tal declaración —otro acto de lengua— sería un saber-ajeno con pretensiones de universalidad". Lo anterior llama la atención al indagar sobre Las etapas del desarrollo moral de Kohlberg, en la atapa convencional (etapa de orientación hacia el consenso), en la que tratamos de ser aceptados por el resto, surge la pregunta ¿Nos encanta que nos digan qué somos y cómo debemos ser? ¿Nos hemos quedado en esa etapa? ¿Es posible que sea uno de esos obstáculos para conocernos?. Evitando que tengamos un razonamiento moral propio( Kohlberg), posiblemente no hemos superado la etapa convencional, al tratar de encajar con la posición de un docente, un grupo político, cultural y como sujetos demostramos que lo seguimos sin ningún cuestionamiento, siempre y cuando encaje con nuestros intereses. ¿Realmente hemos superado la etapa adolescente?. Es importante aclarar que son cuestionamientos que surgen a partir de la lectura y de la indagación de las etapas de Kohlberg, es posible encontrar una respuesta a lo que nos impide Conocernos. En éste mismo sentido, el texto me lleva a preguntarme con relación a la afirmación "[…] Estamos hechos para construir nosotros mismos lo que somos". Tal vez suene absurdo preguntarse ¿De qué estamos hechos? que nos permita construirnos y ¿Cuáles son nuestras condiciones de posibilidad ¿Cómo docente puedo brindar esas condiciones de posibilidad para que el sujeto desarrolle una verdad propia?.

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  5. Estoy de acuerdo con la frase “no estamos hechos para que nos digan lo que somos” sin embargo muchas veces sin ser conscientes y de acuerdo al saber circulante de la época la cultura o la sociedad valiéndose de todos sus medios (agentes educadores entre ellos también los docentes), nos presentan modelos, preceptos, prejuicios para definir lo que es y lo que no es. Si bien la formación se encuentra del lado del procedimiento y no del contenido, la educación en nuestra época siempre ha puesto por encima los contenidos, el resultado, la repetición en lugar de dirigir su foco hacia el procedimiento y creo que esto se debe también a la manera de evaluar el proceso de formación, si lo que me evalúan son contenidos, la educación se enfocará en contenidos. En este orden de ideas mi pregunta sería ¿el rol del maestro es el de propiciar el efecto formativo siendo un puente, intermediario y/o polo a tierra entre los modelos propuestos por la cultura y/o la sociedad epocal y la verdad singular del alumno?

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