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sábado, 19 de noviembre de 2016

9. Investigación y condición humana II


En Acerca de la naturaleza de las ciencias sociales, Zuleta [:36] dice que la ciencia relaciona fenómenos que, de ordinario, se perciben como pertenecientes a ámbitos distintos. De ser así, entonces la conexión subyacente que la ciencia encuentra no es perceptible: es otra dimensión de la realidad, a la cual sólo podemos aproximarnos mediante un recurso abstracto, logrado lo cual se deshace la idea que no permitía “percibir” tal conexión. Y, de igual manera (esto no lo plantea Zuleta), si la ciencia, además, desagrega fenómenos que para la percepción son una unidad, entonces hay que deshacer la idea que hace “percibir” esa unidad, que aglutina fenómenos, como si pertenecieran al mismo ámbito. Esos discursos que aíslan o aglutinan elementos no tienen motivaciones explicativas, sino integrativas.

Ejemplo: el olvido, el chiste y el sueño, tan aparentemente desconectados entre sí, no obstante obedecen a la misma gramática inconsciente, según el psicoanálisis; y, de forma inversa, en un fenómeno como el agua, la percepción es incapaz de discriminar entidades absolutamente diferentes como son el hidrógeno y el oxígeno, distinción que sólo es posible hacer con las categorías de la química.

De lo anterior se puede concluir: la investigación que busca saber (hay otras que buscan otras cosas), de un lado, formula vínculos no-sensibles y, de otro lado, desvirtúa vínculos sensibles. A partir de motivaciones no explicativas, un discurso hace ver como aislados/aglutinados ciertos elementos sensibles. A esto, la ciencia opone un recurso teórico que relaciona/discrimina formalmente elementos inteligibles.

Ahora bien, ¿cómo se expone la investigación en la que se llevan a cabo estas operaciones (el famoso “informe de investigación”)? Parece evidente que, ante pares, se puede ir directo al hallazgo. Pero los investigadores también pugnan (son pares, no son “comunidad”) y, además, muchas veces quieren producir un público para sus teorías (también son formadores). Así, de un lado, enuncian —desde la pugna— que el objeto no es como ha venido siendo descrito y comprendido; y, de otro, pueden tomar el camino indirecto de hacer seguir a los lectores los avatares de la investigación, como dice Zuleta [:36]; con este norte, exponen «una encrucijada de caminos que hay por explorar y no un camino ya abierto, preconocido en el que con seguridad se llega a la meta, siempre que se siga bien» [:37], como sugiere la existencia de los cursos de metodología de la investigación y de los formatos.

De la “economía clásica” —surgida cuando la burguesía combatía los derechos feudales—, dice Marx que es contradictoria, pues si bien busca, como la ciencia, reducir lo que parece disperso, contribuye sin embargo a considerar naturales las relaciones de producción capitalistas. En cambio, de la “economía vulgar” —surgida después, cuando la burguesía combate al proletariado— dice que es homogénea, auto-consistente, enteramente ideológica: sólo hace apología del capitalismo... ¡O sea, no se la puede considerar falsa, no se puede discutir con ella! Así, ideas como la de que “la verdad es relativa”, o de que “no hay una sola verdad”, en realidad no tienen fundamento epistémico. Podríamos establecer una serie de juicios que van mucho más allá de esas simplicidades que, en realidad, se instalan más en el campo de los “derechos”, es decir, que más que estar diciendo algo sobre la posibilidad del conocimiento, están predicando que todo el mundo tiene derecho de hablar, que nadie tiene más derecho que otro. Eso es una simpleza, pues —en aras a la discusión— podríamos decir que todo el mundo tiene derecho a ser gimnasta, pero de hecho no todos practican la gimnasia y, entre quienes la practican, hay unos que lo hacen mejor que otros. ¿Vamos a reclamar que tenemos derecho a una medalla olímpica sin haberle dedicado la vida a esa práctica? Igual pasa con el saber: hay unos que estudian, que le dedican la vida a una disciplina teórica. Y hay otros que no. Pero, curiosamente, entre éstos hay unos que, sin hacer un esfuerzo similar, sí exigen el derecho a que sus afirmaciones —o las de sus defendidos— tengan el mismo estatuto en relación con el saber disciplinar (de ahí la idea de “diálogo de saberes”).

Veamos niveles distintos de juicio sobre los enunciados, para evidenciar que este no es un asunto de buenos y malos, de derechos, sino que es un asunto más complejo, que compromete altas dosis de trabajo.

Verdad lógica. Se dirime de cara a las exigencias de un sistema formal de operaciones, no es discutible: si trabajamos en base diez, dos más dos da cuatro, sin discusión; si operamos en otra base, el resultado cambiará, pero también será incontestable (no podemos usar esas diferencias para introducir la relatividad). Y una actividad tan elemental como el juego, opera también así; y, curiosamente, quienes discuten la “relatividad de la verdad” exigen que así sea cuando ellos juegan (lo contrario se llama trampa). ¿Se somete a discusión la idea de jaque? En ajedrez no hay una opción intermedia: o es jaque o no es jaque, no cabe opinión alguna, ni diálogo de saberes, ni relativización histórica o cultural. Hay, por supuesto, decisiones difíciles, pero las alternativas se mueven en un marco previsto.

Verdad teórica. Aplica a objetos abstracto-formales que tienen algún correlato objetivo; en ese caso, la “verdad” es relativa a un campo de conocimiento, no se dirime ante la opinión (las deducciones de Copérnico estaban en contra de toda la población mundial). De tal manera, para estar a la altura de dirimir la “verdad” de una teoría, no basta con reclamar “derechos” o con decir que se tiene “otra opinión”: hay que tener conocimientos, hay que saberse mover en la teoría respectiva. Y claro que, a esta escala, no hay verdad única, pero en la medida en que diversas posturas sostienen asertos distintos, pero rigurosos, con ajuste a la gramática acordada en el campo, o bien a la luz de gramáticas posibles en su seno. Es en ese sentido que Marx daba cierto valor a la economía clásica. Es ahí donde podemos hablar de “verdadero” (versus “falso”). Con todo, sabemos que ese juicio puede cambiar mañana; pero sería necio, a nombre de que mañana va a cambiar, declarar relativo al aserto hoy, cuando es estimado en el campo de trabajo, cuando es productivo... sería equivalente a negarse a vivir, toda vez que sabemos que algún día vamos a morir.

Verdad experimental. Puede ser “falso” decir que un electrón está en uno de los orbitales de la secuencia establecida siguiendo el principio de Aufbau. Eso lo establecemos experimentalmente, con ayuda de la teoría, que no sólo es la única capaz de hacer la lectura comparativa, sino que es la responsable de concebir el experimento (el cual, entonces, es una teoría materializada). Pero si alguien afirma que el electrón está por fuera de esa secuencia, ya no se puede decir si es verdadero o falso, desde el punto de vista de la verdad experimental, sino que es absurdo, como dice Bachelard [La filosofía del no]. Ni siquiera es falso, porque no tiene sentido explicativo la afirmación; se sale de lo que un campo de trabajo ha establecido a lo largo de más de un siglo. Y esto, de nuevo, no afirma que la teoría sea incapaz, más adelante, de desarrollar mecanismos de “prueba” que permitan reconsiderar decisiones anteriores; pero, de nuevo, se trata de una relatividad en el tiempo, no de una relatividad permanente y actual que termina por desaconsejar todo esfuerzo por comprender.

En los tres casos, es necesario tener conocimiento: en el primero, del sistema formal; en el segundo, de la teoría; en el tercero, de la teoría y de su manera de experimentar. Ninguna de esas condiciones tiene que ver con el derecho, ni con la opinión. Las tres tienen que ver con el trabajo.

Ahora bien, si un concepto de “verdad” admite la idea de derecho, si admite relativizarse para dar cabida a consideraciones políticas (participación, igualdad, inclusión, tolerancia), entonces estamos hablando de otra esfera de la praxis; en lugar de “verdad”, estaríamos hablando más bien de adhesión [cfr. Armando Sercovich], en virtud de la cual consideramos verdadero lo que nos produce satisfacción y falso lo que nos causaría displacer aceptar como cierto. El criterio es la satisfacción, no la razón. Algo legítimo en su ámbito, donde se puede adherir a un enunciado, incluso sin entenderlo. Uno se relaciona así con el discurso no para conocer, sino para formar parte de los que tienen la misma tentación (o si no, ¿por qué están repartidos geográficamente los creyentes en el mundo?). Ahora bien, nadie niega que un sujeto, puesto a juzgar en un campo de saber, no tenga la tentación de hacer pasar por verdadero un discurso al cual adhiere; pero resulta que tiene pares, pues se piensa delante de otros que también intentan hacerlo.

Si se trata de política, no es preciso decir que el enunciado que defiende la libertad es más verdadero que el que la restringe. Podríamos estar hablando más bien de rectitud, en función de una normatividad compartida, no de conocimiento, independientemente de la cantidad de saber que implique el diseño y/o la implementación de dicha normatividad. El tipo de decisión que se toma para optar por este juicio es completamente legítimo en su ámbito. Un comportamiento ajustado a ciertas normas compartidas puede considerarse justo o recto, pero no verdadero (aunque queramos poner el sello de la verdad para reafirmar nuestra devoción). Y un comportamiento distante de tal normatividad puede considerarse injusto, parcial, sesgado, transgresor... pero no falso.

El sentido, el impacto, la validez, la fuerza... del juicio dependen de la esfera de la praxis en que se emite. Y en un ámbito como el educativo, donde se mezclan todas esas especificidades, difícil resulta hacer entender que ni el saber remplaza la política, ni la política remplaza al saber. La confusión lleva a lo que Bourdieu [Lección sobre la lección] considera una falsa sustitución: la fácil denuncia política en lugar de la compleja crítica científica. Si nos parece que el saber debe rendir frutos en la transformación social, no podemos olvidar que, como dice Bourdieu, “las revoluciones científicas no son asunto de los más desprovistos sino de los científicamente más ricos”, con lo que nuestra convicción tendría futuro si enriquecemos conceptualmente a aquellos a quienes queremos ver beneficiados por nuestra acción transformadora, no si nos empobrecemos nosotros, para estar a la par de ellos, supuestamente para no imponerles un saber “ajeno”, para “reconocer” su saber, los “saberes ancestrales”... todo ello sin considerar las esferas de la praxis donde han sido creados y a cuya continuación tributan.

Una cosa es la eficacia simbólica [Lévi-Strauss] de un ritual, que incluye acción y discurso, y otra cosa es entender cómo se produce esa eficacia. El discurso que acompaña a un ritual no es una explicación de su eficacia, pero, en su ámbito, es la compañía necesaria e imprescindible de la acción, de la eficacia del ritual. El ámbito de la comprensión es distinto. El otro ámbito busca que el ritual funcione, y puede funcionar efectivamente. Pero no se necesita saber cómo funciona para hacerlo funcionar. Algo parecido ocurre en educación: podemos hacerla producir sus efectos y, sin embargo, no saber cómo lo hicimos (aunque, por supuesto, podemos decir muchas cosas acerca de lo ocurrido). En relación con la economía, por ejemplo, tenemos discursos que legitiman nuestra inserción en los procesos económicos, hacemos funcionar la economía con nuestras acciones, que vienen acompañadas de palabras... pero, como hemos visto, nuestra relación con el proceso social es de enajenación, de edificación de fetiches. Si uno quiere hacer funcionar la economía, no necesariamente tiene que entenderla. Donald Trump es un empresario acaudalado, pues sabe hacer negocios, pero no conoce el funcionamiento de la economía. Conoce cómo hacerla funcionar en su beneficio. Pero si uno quiere conocer cómo funciona algo en lo social, de dónde saca su eficacia, forzosamente tiene que utilizar conceptos, categorías, teorías. Y esas teorías no hacen funcionar los asuntos sociales; buscan comprenderlos. Por supuesto, a posteriori pueden usarse esos conocimientos para intentar transformar o mantener los procesos sociales, pero entonces se trata de otro lugar, de otro momento (a veces pasan siglos y los que aplican ya nada tienen que ver con los propósitos de los que comprendieron); y allí el saber se recontextualiza, se adapta, se usa al servicio de otras ideas que no son necesariamente las que lo hicieron posible.

Si hablamos de investigación en el sentido de conocer, no es ni para atacar, ni para salvaguardar otras formas de conocimiento. Tales propósitos, que pueden ser muy loables, corresponden a otras especificidades de uso discursivo, que pueden correr por cuenta incluso de las mismas personas, pero se trata de otra cosa. Un ejemplo: la lingüística intenta comprender las lenguas. Pero la defensa de las lenguas aborígenes no es tarea de la lingüística, aunque los lingüistas sean defensores de las lenguas indígenas, aunque pueda usarse la lingüística para resaltar la riqueza que hay en la proliferación de las lenguas, dado que cada una es única, que cada una representa una manera específica la manera como una cultura organizó su mundo. Pero también se ha usado la lingüística para catequizar a los pueblos indígenas. Es una labor para la que se creó el Instituto Lingüístico de Verano: los lingüistas establecen el sistema fonológico de las lenguas vernáculas y, con ayuda del alfabeto que se le puede hacer corresponder a ese hallazgo, traducen la Biblia a las lenguas investigadas. El producto a largo plazo puede ser la aculturación. Pero, ¿hemos de culpar a la lingüística, cuando en su nombre se pueden hacer cosas opuestas? ¿No será, más bien, un asunto de política, de la posición que los lingüistas —en tanto personas— pueden o no tomar en otra esfera de la praxis que no es la investigación lingüística?

Frente a las palabras que pertenecen a un ritual se puede:

-         Adherir sin proponerse nada, simplemente como mecanismo de pertenencia a la cultura que lo lleva a cabo, y sin necesidad de comprender su eficacia simbólica.
-         Defenderlas, como parte de la defensa de la cultura a la que se pertenece, sin herramientas de comprensión (defensa visceral) o con herramientas de comprensión (defensa razonada).
-         Simpatizar con ellas por razones “políticamente correctas”, pero por fuera de su contexto y sin comprenderlo. Esto permite, por ejemplo, elevarlo a la categoría de conocimiento (donde todos tendrían el mismo “derecho” y habría que pasar al diálogo de saberes).
-         Utilizarlas, por fuera de la esfera de la praxis correspondiente, para cierto beneficio (cultural, económico, partidista, religioso), haciendo uso —o no— de un saber instrumental.
-         Protegerlas como decisión política, a partir de su comprensión y sin pertenecer a la cultura respectiva.
-         Rechazarlas (por “irracionales”, por ejemplo); algo posible a condición de no ser parte de la cultura respectiva, de no entenderla, y de querer imponer su posición política.
-         Describir su eficacia simbólica, a partir de un arsenal teórico, asunto que no se hace desde la esfera ritual (aunque se pertenezca a la cultura respectiva) y para lo cual se ejerce el curioso interés de reducir el interés al máximo.
-         Ser indiferente a ellas, por no pertenecer a la cultura, por no querer entenderla y por no tener propósitos que las involucren.

Y en varias de estas modalidades se puede hablar de ‘investigación’: la investigación para defender lo propio; la investigación para defender aquello que nos gustaría que fuera lo propio (¿alguien investiga lo español como ancestral, como propio?; y, sin embargo, lo es tanto como lo indígena o lo afro); la investigación para utilizar lo ancestral (por ejemplo, traer al aula las manifestaciones culturales); la investigación para diseñar programas de protección (museos, resguardos, zonas especiales); la investigación para comprender la cultura... Esto muestra que ‘investigación’ es una palabra que poco dice.

Bibliografía

Bachelard, Gaston [1940]. La filosofía del no. Buenos Aires: Amorrortu, 1984.
Bourdieu, Pierre [1982]. Lección sobre la lección. Barcelona: Anagrama, 2002.
Levi-strauss, Claude [1949]. «La eficacia simbólica». En: Antropología estructural. Buenos Aires: Eudeba, 1968.
Sercovich, Armando [1977]. El discurso, el psiquismo y el registro imaginario: ensayos semióticos. Buenos Aires: Nueva Visión.

Zuleta, Estanislao [1978]. Acerca de la naturaleza de las ciencias sociales. Bogotá: Contravía, 1999.

22 comentarios:

  1. La investigación como espacio de comprensión de la realidad, permite conocer, argumentar, contra poner, adherir pensamientos a los ya establecidos en diversos campos del saber, se puede considerar como una actividad humana, la investigación puede contar lo ya contado, pero desde otro punto de vista, no tiene la necesidad de buscar una verdad o de ratificar lo que se menciona en un campo del saber.
    La investigación es un campo por el cual puede emerger nuevos enunciados y de esta manera generar contradicciones en los campos del saber.
    Me gustaría hacer una pregunta: ¿Cómo hacer para que la investigación que quiero realizar esté acorde a una prospectiva?, ¿si no se acopla a dicha perspectiva debo cambiar la investigación?

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    1. Javier Ricardo
      La investigación científica va más allá de comprender la realidad. De lo contrario, no tendríamos plástico, ni bombas atómicas, ni socialismo... Ahora bien, la investigación, sin apellido, sólo admitiría la definición de pesquisa. Para torturar, para vender, para matar, para entender, para espiar... para todos esos ámbitos, se habla de ‘investigación’. Sirve para que emerjan nuevos enunciados, como dices, pero también para matar enunciados existentes. O sea, no admite condenas ni elogios. Toca ir más allá de las generalidades para poder decir algo.
      ¿Por qué no haces tu pregunta en relación con el amor? ¡Porque sabes que tú eres el que apuesta y crea condiciones! ¡Pues es lo mismo con el saber! Las “prospectivas” me constriñen cuando yo les concedo ese poder. Si se los concedo a propósito de la investigación, eso ya habla del tipo de investigación a que me refiero.

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  2. La naturaleza humana debe separar la ciencia de la investigación, pues la ciencia a través de conocimientos, experiencias, teorías nos conducen a realizar nuevos estudios, validarlos, comprenderlos, medirlos y aplicarlos desde varias disciplinas del saber, en especial las ciencias sociales pues se cree que acercan al sujeto con la realidad y la verdad de lo que se intenta conocer; y la investigación no pretende seguir un orden, ni una delimitación, si no por el contrario articular los conceptos, las teorías, la formación educativa, desde el campo la ciencia con una postura epistemológica para agregar, desagregar, analizar información en la que se justifican los datos científicos y para ello debe tener en cuenta aspectos sociales, políticos, históricos, económicos, religiosos y demás donde el conocimiento como objeto de estudio, percibe posibles campos de utilidad; desde esa postura de racionalidad, de transformación en la forma de pensar intenta la investigación fijar posiciones diferentes frente al objeto de estudio abstracto - formal. Deja ver que no se trata de un asunto de buenos, de malos, de quien tiene la razón, si no todo lo contrario la investigación es un asunto complejo que compromete altas dosis de trabajo desde lo formal, lo teórico y la experimentación.

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    1. Hola, Patricia
      La naturaleza humana NO “debe”... nada. La naturaleza humana tiene ciertas características y eso produce ciertos efectos.
      Las ciencias sociales NO acercan al sujeto con la realidad y la verdad de lo que se intenta conocer. ¿De qué “realidad” hablas, cuando existe el fenómeno (que no es objeto de la ciencia), el objeto abstracto formal (que es una construcción) y el objeto concreto-real (que es una desagregación que hace la ciencia con ayuda de conceptos)?
      No entiendo eso de “tener en cuenta aspectos sociales, políticos, históricos, económicos, religiosos y demás”. ¿Desde qué perspectiva se haría eso?
      El conocimiento NO “percibe posibles campos de utilidad”. Tales campos son producidos (no percibidos), por campos distintos a la ciencia. ¿Te parece lo mismo la ciencia que la ingeniería?

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  3. Buenas Tardes.

    Mencionar el "derecho y la "opinión" es imperativo en el orden de entender el lugar de la investigación. La entrega hace mención en este punto a un lugar del saber en ese sitio del derecho, aquel que trabaja con rigor para proponer unas nuevas formas de entender una disciplina, un saber o una relación de los sujetos con la sociedad a través de unas "verdades", que pueden ser pugnadas por aquellos que no han tenido la disciplina o el trabajo riguroso pero que se instalan en un lugar de enunciación del derecho, de la opinión o de un lugar político. En ese sentido me surge una primera pregunta que tendría que ver con el lugar de las esferas de la praxis ¿Es entonces la "verdad" (teniendo en cuenta la verdad desde las consideraciones políticas) un elemento que no permite generar un objeto de investigación?


    Por otro lado entender la investigación como una palabra que "poco dice" como lo menciona la entrega, se estaría moviendo en el lugar del discurso. Pensando en la entrega anterior, en donde el sujeto transforma su posición cuando estudia asuntos de lo humano, me hace pensar en lo que menciona la nueva entrega sobre la investigación para todo: para el aula, para la cultura, para lo ancestral, para lo que nos mueve etc. En ese sentido me surge una duda en cuanto a la verdad lógica, la verdad teórica, y la verdad experimental ¿Es allí entonces el lugar de la construcción de un discurso desde la investigación? ¿Ese trabajo riguroso desde esos tres niveles es lo que generaría una investigación seria, una investigación que permita unas condiciones de posibilidad?

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    1. Jeferson Garzón, cordial saludo
      Efectivamente, si tomo “verdad” desde las consideraciones políticas (lo cual es un error, pues en ese campo hay adhesión o ±rectitud), podré generar una acción, pero no un objeto de investigación.
      Intenté delimitar ámbitos distintos (dentro del cual está la ciencia) y dije que se puede hablar de “investigación” en todos ellos, dada la imprecisión de esa palabra. Eso para afirmar que es muy curioso aspirar a tener un título universitario, que expide diplomas en relación con el saber, a partir de un trabajo que apunta a otra cosa. Eso de “investigar” para transformar la práctica educativa no se sostiene, no tiene rigor, pero efectivamente se dice y se hace.
      Una investigación que aspira a conocer (desde la perspectiva de la ciencia) requiere conocer la gramática de (al menos) una disciplina, lo cual a veces necesita conocer sistemas formales (matemáticas, por ejemplo) y conocer el sistema probatorio de la disciplina.

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  4. De acuerdo al último párrafo de la entrega, tales modalidades de investigación estarían en función de ciertas intenciones y no de un cuerpo conceptual específico que permita realmente pensar, conocer y comprender determinado fenómeno u objeto. Ahora, ¿se puede liberar a las investigaciones de valor epistemológico de las intenciones? Es decir, por más que no sean las determinantes de la investigación y del abordaje del objeto en cuestión, comportándose casi que como elementos residuales o al margen, ¿se deben obviar? ¿El investigador, en tanto tal, debe estar exento de 'compromiso político´? Si sí, ¿dicho compromiso solo compete al individuo en tanto persona y sujeto?, ¿habría una diferenciación entre el investigador y la persona, así como la hay entre el lingüista y la lingüística en tanto saber?, ¿tal diferencia se establecería desde esa transformación del sujeto de la que se hacía mención en la entrega anterior?

    ...Al respecto me queda la duda sobre cómo entraría a jugar entonces la relación entre saber-poder que postula Foucault.

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    1. Hola, Laura
      Las intenciones NO tienen valor epistemológico. Cuando alguien te habla de intenciones, sospecha que no quiere entender lo que efectivamente ocurre. Recuerda que las intenciones pueden ser muy buenas, pero... La investigación rigurosa no parte de intenciones ni establece intenciones. Parte del deseo en acto y establece por qué algo ha llegado a ser así y no de otra manera. Cuando las intenciones gobiernan, renunciamos a entender. Cuando las intenciones gobiernan, estamos listos para mandar.
      El compromiso político ni se lo da ni se lo quita a alguien un deber ser venido de otro lado. Es más: cada uno tiene su compromiso político, en algún sentido. Otra cosa es creer que ese compromiso lo exime de estudiar, o que ese compromiso es el que determina el rigor de la investigación. Uno es, a la vez, muchas cosas, a partir de su pertenencia a esferas de la praxis distintas. Pero de ahí a pensar que eso establece nuevas esferas, o mezcla las esferas... hay mucha distancia. Licuar lulo y agua no nos autoriza hablar de un nuevo compuesto químico.

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  5. ¿Investigar para qué y cómo? Acaso es necesaria la validación de los saberes a través de los métodos científicos, es decir, ¿las investigaciones deben tener el sello de la ciencia occidental?
    La cultura investigativa en occidente desde la Revolución Científica del siglo XVIII ha mostrado que el acercamiento a la verdad se logra a través de la aplicación de un método y de teorías que deben dar un resultado que se debe imponer como verdad. Sin embargo, hablar de verdad en los productos finales de investigación no deja de ser una utopía más. Lo que se ha visto es que se imponen discursos hegemónicos que utilizan la plataforma científica y su campo como catalizador de poder para ejercer una hegemonía explicativa de la realidad. Al emerger estos discursos, varios se adhieren, sin embargo, la cualidad de estos y lo que los hace atractivos, es la cercanía de la realidad con sus explicaciones. Por otro lado, existen otros discursos no científicos que también pueden convencer y tener muchos adeptos quienes encuentran confort creyéndolos de forma colectiva. El sello científico pareciera mostrar condiciones de verificación y de experimentación que hacen creer que se está hablando de verdad. Sin embargo, no es más que un discurso hegemónico que puede tener muchos adherentes pero que puede volverse falso en el futuro al momento que otra explicación se imponga. El investigador debe saber que no está buscando una verdad absoluta y en mayúscula, sino que creará a través de una cultura científica (otro discurso de cómo hacer la investigación) una estructura de lenguje que explique un fenómeno, en nuestro caso social o humano.

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    1. Un saludo, Liliana
      No entiendo a qué llamas “validación de los saberes”. ¿A qué saberes te refieres? Si te refieres a lo que el consumidor piensa de la mercancía, a lo que el creyente piensa de su relación con la divinidad, a lo que una cultura concibe como el origen del universo, a lo que Arquímedes dijo sobre los cuerpos que se sumergen en un líquido... pues la palabra saber ahí no sirve de mucho. Todas esas ideas son tan distintas que aquello en lo que son iguales es tan general, que nada explica. Cada uno de esos “saberes” tiene su manera de validarse, cada uno tiene su legitimidad en su ámbito. Ningún ámbito “valida los saberes” de otro.
      Tampoco entiendo eso de “ciencia occidental”. No es cierto que “el acercamiento a la verdad se logra a través de la aplicación de un método y de teorías que deben dar un resultado que se debe imponer como verdad”. Eso es inventarse un fantasma para pelear con él. Y como los fantasmas no se defienden, entonces tenemos la pelea ganada de antemano.
      Otra cosa es que ciertos discursos recontextualicen la ciencia para hacer su hegemonía. Y valga la pena señalar que eso es lo que hacemos como maestros.
      Cuando dices “el sello científico” no puedes referirte a la ciencia, pues ella NO “hace creer que se está hablando de verdad”. Traté de explicar en la entrada las modalidades de la idea de verdad, para que no se digan cosas simples y de oídas, de las cuales no hay ejemplos más que en las discusiones con fantasmas.
      También hablé de la pobreza de la idea de “relatividad de la verdad”, que veo otra vez en eso de “volverse falso en el futuro al momento que otra explicación se imponga”, o eso de “verdad absoluta y en mayúscula”.
      He recomendado leer las entregas con cuidado, y no imponer lo que uno ya pensaba antes de leerlas.

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  6. La idea que muestra el texto respecto a la verdad como relativa al campo de conocimiento desde el que se produce, permite hacer discusión a lo que establecen pensadores como Foucault, pues éste en la idea de desarrollar un interrogante por los maneras en que emerge la verdad, argumenta que interrogarla es una manera de desvirtuar las grandes unidades que han sido construidas y legitimadas; usted, en sentido contrario señala que el lugar relativo de la verdad le otorga voz a cualquier cosa, sin embargo, como señala Foucault, no existe un único modo de existencia de la verdad pues ésta siempre está sometidas a condiciones históricas de enunciabilidad, es decir, no es lo mismo hablar de la sociedad moderna y de la sociedad contemporánea porque en ambas existen modos específicos de funcionamiento de la verdad que hacen legítimas ciertas prácticas.
    De otra parte me queda el siguiente interrogante: ¿Las verdades construidas históricamente podrían ser la manera de recontextualizar el saber?, o ¿el sentido explicativo que es construido se especifica con la historia ?

    Si bien, tengo claro que la entrega no alude a la historia explícitamente, implícitamente parece recurrir a ella por lo menos para enunciar algunos modos en que la verdad es funcional dependiendo del tipo de praxis que estructura.

    Gracias

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    1. Johanna, cordial saludo
      Poner a depender la verdad de la historia es desresponsabilizar al sujeto. No he dicho que no hay historia de la verdad. Pero otra cosa es decir que una vez se acepta un sistema formal de deducción, ya la verdad no tiene historia, aunque dicho sistema la tenga. También es distinto decir que un campo va consolidando un régimen de verdad, pero que en un momento dado, esa verdad no puede considerarse relativa, porque entonces no se puede actuar y sería forzoso renunciar a la posibilidad de saber.
      ¿Tú crees que Foucault tiene razón cuando dice que interrogar la verdad es una manera de desvirtuar las grandes unidades que han sido construidas y legitimadas? Si dices que sí, estás diciendo que en este momento eso te sirve para pensar y que no lo puedes relativizar al punto de que cualquier cosa valga lo mismo. Y no puedes decir que no, pues si así fuera no lo habrías citado. Ese tipo de argumentos son como la serpiente que se muerde la cola.

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  7. Si se afirma que la investigación es una palabra que poco dice, la pregunta que me surge seria ¿para que se investiga? Ciertamente la investigación expondrá las posiciones políticas del investigador. Como se puede inferir de la entrega de una u otra manera investigar constituye un acto político en sí, en relación a que se investiga, para que se investiga y como se logra hacerlo en cuanto a los aportes que puede generar a los objetivos propuestos por quien la desarrolla, las formas de presentar lo teórico, la selección que se hace de la muestra poblacional, la praxis misma de la investigación, el uso discursivo mostrara desde que escenarios políticos está posicionado el autor. Ahora bien, esta reflexión debe permitir la auto critica del investigador para cuestionar que tan claro está siendo dicha posición y cuanto coherencia se lograría con la praxis, además de reconocer la necesidad de que entre toda la formación académica del investigador un componente decisivo será el político.

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    1. Hola, Lizeth
      ¿Tú crees que la palabra ‘investigación’ es lo mismo que investigar? La palabra la usan los investigadores privados, el CTI de la fiscalía, los publicistas, los estudiantes de la Maestría. ¿Crees que todos ellos hacen lo mismo? Al final de la entrada está claro que hay ámbitos muy distintos para referirse a las palabras de los otros y que todos ellos pueden reclamar la idea de ‘investigación’. Se investiga para todas esas cosas: adherir, defender, simpatizar, utilizar, proteger, rechazar, saber. Pero cada una tiene un ámbito de validez. En la ciencia, por ejemplo (que era la pretensión de la escuela hasta hace muy poco) se investiga para saber.
      No es cierto que la investigación —en general— exponga las posiciones políticas del investigador. Más bien cierta investigación. Hitler, por ejemplo, hacía investigar a los médicos nazis, usando a los judíos; y, con ello, exponía su posición política. De manera que eso no es elogiable por sí mismo.
      Así mismo, no es cierto que en la formación académica del investigador el componente político sea decisivo. Insisto: tal vez para cierto tipo de investigación.

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  8. Si entendimos bien, la condición de la investigación se presenta por formalizar la verdad. Es entonces que la condición humana, está en la circunstancia de diferenciar los ámbitos desde los cuales enuncia. Nos referimos a que los derechos y la opinión no están en el ámbito del materialismo histórico o sobre la teoría de la gravedad de Einstein. Nos referimos, a que la investigación permite una atención al detalle, el cual podría no tener fin. Y si es así, un asunto que permite esta liberación del sujeto sin dejar su dependencia de la condición humana es la frase de Bourdieu, en La lección sobre la lección: "se hace ciencia contra su formación al tanto que con su formación". En este contenido, la posibilidad de entender el proceso de la investigación no da cabida para discursos que nacen de lo inmediato y que son maneras repartidas de postulados que se contradicen entre sí.

    Tal vez, es relevante Hegel en tanto que: "la verdadera figura en que existe la verdad no puede ser sino en el sistema científico de ella" [fenomenología del espíritu, ed. FCE.1985, pág. 9]. Pues no se trata de uso de palabras que se desgastan, más bien, con el cuidadoso y riguroso uso de la formación –sintomático cuando no se tiene una– que permite la formalización para que los asuntos que se pretenden “investigar” o mejor puedan aspirar a ser referentes, por la teoría hacia la teoría tengan espacio de discusión. Lo que queda en problemas, es que hoy todo lo que se toma como investigación, se confunda hasta con documentación y se haga parecer investigación es válido –facultad mimética–. El asunto está en la validez, y se debe al manejo de géneros discursivos que no se corresponden, y al no tener referencia se acepta.

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    1. Hola, David
      La cita que traes de Bourdieu ("se hace ciencia contra su formación al tanto que con su formación") es bastante elocuente para interrogar a quienes creen que anteponer lo político ya garantiza todo y los exime de estudiar y de ser rigurosos. Mientras más grande es el ideal (desde político a religioso, pasando por pedagógico) menos se investiga y más se pontifica. ¡Y eso que Bourdieu era un político también!... pero no confundía las cosas.
      De acuerdo en que la investigación que busca saber no da cabida a lo inmediato, pues lo inmediato (puede ser nuestra certeza política) es un obstáculo epistemológico. Ahora bien, si llamamos ‘investigación’ a adherir a un discurso, pues lo que haremos es repetirlo y hacerle venias.
      Cuando dices que hoy se toma como investigación hasta la documentación, nos da pie NO para caracterizar la investigación (el deber-ser), sino las esferas de la praxis que producen sus maneras de legitimar lo que llaman de esa manera.

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  9. En términos del acercamiento o aproximación que hacen (o tal vez hacemos) los sujetos para incluirnos en un proceso de investigación, desde la figura del investigador, se da un aparente protagonismo a la importancia que tiene intentar encontrar la “verdad”; asunto que, al igual que en la entrega anterior pongo en consideración en relación a las certezas; en donde, la verdad sólo es una forma de valorar y en consecuencia como lo dice el texto se convertiría en un asunto de adhesión que produce satisfacción o placer, “El criterio es la satisfacción, no la razón.” Así, ¿La investigación educativa es legítima y confiable en su cualidad de campo de conocimiento, si se considera que el criterio y las consideraciones políticas de quienes la desarrollan son en un porcentaje considerable el fundamento de la investigación?
    El texto pone en evidencia que, cuando hacemos discurso no estamos construyendo objetos de conocimiento; ese discurso es un lenguaje que representa y sirve para decir, para juzgar o para comprender el porqué no hay lenguaje que no soporte la cognición, en términos de conceptos, categorías, teorías que están presentes, pero no necesariamente son la fortaleza de la investigación.

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    1. Mónica, cordial saludo
      Cuando hablas de la verdad, ¿te refieres al juicio en relación con un sistema formal?, ¿al juicio en relación con una disciplina?, ¿al juicio en relación con un proceso de falsación?, ¿al campo político? ‘Verdad’, en general, es demasiado genérico y nada nos ayuda a pensar.
      Ahí donde funciona la satisfacción, no la razón, no es preciso hablar de verdad, pero quien quiere imponer su posición política llama “verdad” a la adhesión o a la rectitud, en un uso impreciso de los términos.
      Si la mal llamada “investigación educativa” apela a consideraciones políticas para legitimarse, ya sabes que no busca saber; es decir, que no hace enunciados formales; ni disciplinares (relativos a un campo, donde a veces también rige lo formal); ni experimentales (relativos a un campo que se pone a prueba).

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  10. En la entrada se pone de manifiesto que el hecho de investigar no dice nada por sí mismo, pues este corresponde a intereses, y es a estos mismos que responde. En ese sentido se podría identificar un hecho ético político en el acto de investigar. El problema no viene dado tanto por esto, sino por las formas de enunciación, por el lugar desde el que se habla y las instancias que se eligen para confrontar el hecho de investigación. Aun cuando la modalidad de la investigación es la de saber, hay un interrogante presente que moviliza al sujeto investigador. El problema no es ese, entonces, sino las instancias a las que se recurre para validar la investigación. Por ejemplo, las instancias podrían ser los niveles de juicio presentados en la entrada (verdad lógica, verdad teórica y verdad experimental), o podrían ser otros, y la investigación iría definida por esto. Así, tal vez, podría diferenciarse los cuestionamientos o alcances que llega a tener una investigación, a partir de los juicios que se eligen para llevarla a cabo. Pero este hecho por sí mismo, no dejaría de lado un saber en específico, ni produciría que un saber se impusiera sobre otro.

    Por último, me gustaría dejar una pregunta con relación a este tema, y teniendo en cuenta la experiencia de la Universidad de Brasilia, citada por José Jorge de Carvalho, en donde explica la propuesta, en el marco del proyecto de Doctorado de Estudios Culturales, del intercambio de saberes entre diferentes comunidades y una comunidad científica en específico (la de la universidad de Brasilia). En este caso, no se trataba de que cualquiera tuviera la legitimidad para hablar de cualquier cosa, pero se reconocía un saber acumulado de diferentes culturas desde el reconocimiento de diferentes visiones y concepciones del mundo. Teniendo en cuenta que se trataba de la confluencia de diversos saberes elaborados desde diferentes lugares, pero que podían referirse a un mismo tema, ¿cómo podría analizarse el diálogo de saberes en ese caso específico?

    Gracias.

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    1. Hola, d1eg0
      El hecho de investigar SÍ lo dice todo. Ya cuando podemos ver lo que efectivamente se hace, podemos saber de qué se trata. La que no dice nada es la palabra ‘investigación’, pues puede pertenecer a cualquier esfera de la praxis.
      Si identificas hechos ético-políticos en el acto de investigar, pues ya sabemos que no se trata de la ciencia. El ejemplo de la lingüística me parece que aclaraba ese punto: no podemos echarle la culpa a la lingüística de la aculturación producida por el ILV.
      NO se eligen juicios para llevar a cabo una investigación. El juicio es una acción sobre los enunciados proferidos por la investigación. Y se pueden hacer desde fuera del campo (como cuando alguien dice la simpleza de que “no hay verdad absoluta”) o desde dentro del campo.
      El ejemplo se refiere a dos esferas de la praxis distintas y, por lo tanto, la pretensión de dominio vendría de quien tenga eso como específico del campo. Curiosamente, una cultura ancestral puede tener tanta voluntad de dominio (otra cosa es que no tenga cómo) como la cultura occidental cuando echa mano de la ciencia para imponerse. La ciencia, en cambio, no tiene esa pretensión.
      Diálogo, propiamente no hay entre los campos. Pero sí pueden las personas que hacen ciencia hacer un intercambio (no de saberes, porque los científicos tendrían que pertenecer a la comunidad en cuestión para que esos fueran de verdad saberes para ellos, y los miembros de la comunidad tendrían que estudiar la ciencia, para que pudieran dialogar con ella. Se sientan, entonces, bajo otra esfera de la praxis y dialogan y recontextualizan sus respectivos saberes (que ahora serán otra cosa) en ese nuevo contexto.

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  11. La ciencia busca organizar los fenómenos a través de la construcción de explicaciones q se construyen a la base de un discurso que funciona en ese ámbito de acuerdo a las reglas con las que opera. Sin embargo, las reglas con las q opera la configuración del discurso en el campo de la ciencia no es igual en la escuela. De manera que cuando el discurso científico se coloca en la escuela a circular como saber escolar es recontextualizado. No obstante, ¿Que del discurso permanece y que se transforma? Porque la composición y la configuración de la molécula de agua es una verdad teórica que no se modifica sea que circule en el campo de la ciencia o en la escuela. Sin embargo, cuando se colocan a circular asuntos de la ciencia en la escuela ¿Qué de esos discursos permanece y que se transforma?

    Por otro lado, la caracterización de las verdades que se presentan en la entrega, proponen una idea de ciencia que toma distancia de verdad universal. Es decir, las explicaciones construidas por la ciencia estarían constituidas por las relaciones que se establecen entre diversos modos de verdad: lógica, teórica, experimental, etc. Entonces la ciencia no hablaría de verdad sino de verdades que son susceptibles de cambio.

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    1. Saludo, Diana
      De acuerdo con la caracterización que haces de la ciencia, con la afirmación de que la escuela es distinta de eso y con la idea de que esa diferencia da lugar a la recontextualización. Ahora bien, las modalidades de recontextualización son muy variadas, de manera que no se pueden generalizar. Es una excelente pregunta de investigación. Por ejemplo: ¿cuáles formas de recontextualización se realizan en los estándares?, ¿cuáles en X, Y y Z libros de texto?, ¿cuáles en estas clases que grabé?, etc.
      De otro lado, como dices, la ciencia no hablaría de verdad sino de verdades que son susceptibles de cambio. Pero el cambio de una verdad formal como la de la geometría se demoró más de dos milenios...

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