1. Alex, la entrega NO está destinada a debatir el problema de la evaluación en el campo educativo [aclara Rodrigo]. La entrega NO habla de la evaluación como instrumento de libertad, ni opone control y libertad [Edwin], pues la evaluación —con toda su complejidad [Luis]— es relevante para los procesos formativos [Claudia Marcela y Andrés], ¡Joliot mismo defiende la evaluación! (no cualquiera, por supuesto, pero no rechaza toda evaluación). No podemos despachar la evaluación diciendo que nació para medir y controlar y que hay un “deterioro de la evaluación” [Lewis], ni pedir (¿a quién?) “evaluadores idóneos” [Dicacosa]. Es un fenómeno social, no un asunto de propósitos.
Cuando
se evalúa por control o fiscalización [Sttefany], más que una falla en la evaluación,
se trata de la existencia de un vacío en otra parte, que se intenta llenar con evaluación
(por ejemplo, que las relaciones no se afectan en función del tratamiento del
saber). Y cuando pesan más los administradores y los burócratas, que la coherencia
y el rigor científico, es porque está de por medio el asunto presupuestal en
función de supuestas necesidades [Andrés]. En esta segunda opción se inscriben los
centros educativos que sólo alientan investigaciones de enfoque productivo
[Yuri].
Pero
ninguno de estos dos asuntos es problema meramente de mala voluntad, ni se
resuelve exigiendo mejores condiciones. Ambos son asuntos de procedencia social
que es forzoso entender para poder incidir sobre ellos por la vía social. Si no
sabemos desde qué punto de vista e intenciones los profesores deberíamos ser
evaluados, es porque no tenemos responsabilidad... quién sabe qué estemos
enseñando en ese sentido. ¡Claro que hay que evaluar la investigación
fundamental!, es eso lo que ocurre a escala de la tensión [Lewis].
Pero
es necesario entender los conceptos: la TENSIÓN es interna al campo y se
refiere a que el campo del saber está constituido de una pugna entre los que
están a la altura de su gramática (de sus reglas del juego), mediante constancia,
disciplina, pasión [Solangela]. La PRESIÓN, en cambio, viene de fuera del campo
de producción y se refiere a las exigencias hechas a éste (entrega de
resultados, rendición de cuentas, condecoraciones, publicaciones, citaciones, etc.),
ejercida por instancias que dicen —porque algo tienen que decir, Solangela,
pero hay otros niveles de análisis— buscar el fomento a la investigación.
O
sea, Alicia, tensión y presión no son calificativos, sino descriptores. Aunque
puede bloquear la investigación, la presión no modifica la tensión. Y no se
puede orientar la vida social mediante la tensión de una disciplina. Por mucha
presión que haya, el rigor depende del investigador; y las instancias de
presión tienen sus propias maneras de evaluar su acción. También es posible —lo
hace Bourdieu— hablar del campo de los que hacen ciencia (que no es el mismo
campo de la ciencia), donde el reconocimiento y la posición en el campo cuentan,
y donde se producen instancias de presión (como las sociedades de
profesionales), pues a esa escala hay pugna, así como auto-validación y auto-afirmación
[Yuri]. Pero eso no tiene que ver con saber o no química o historia. Es en la
tensión donde se responde la pregunta [Alicia y Luis] de cómo tener una
investigación seria con una evaluación rigurosa.
Ahora
bien, que la misma persona funcione en el campo del saber, en el campo de los que
hacen ciencia y en el ámbito de presión, no quiere decir que podamos confundir
esas especificidades [Solangela y Andrés].
Finalmente,
todos pueden ser investigadores, pero no por un derecho, ni mediante una
sistematización de lo observado [Rodrigo], sino por una posibilidad: si se hace
el esfuerzo necesario, que a veces implica dedicar la vida a eso.
2. Por
otra parte, la entrega NO hace referencia al uso de las TIC en educación
[Yuri].
Si reducimos
la investigación y el conocimiento a información, entonces Internet aparece
como instrumento idóneo [Sandra]. Así, nada sacamos con decir que “se debe” [Sttefany]
reeducar al investigador... ¿acaso podemos decir que esté educado? Pero si la
información es de un nivel distinto al proceso cognitivo (a la investigación),
el asunto crucial en este campo sería el criterio, la “juiciosa indagación
bibliográfica” [Lewis], el “suficiente rigor teórico y metodológico” [Rodrigo].
Es decir, la tecnología informativa NO influye sobre el saber, NO afecta la
adquisición del saber [Ariel]; sí puede determinar las formas de su recontextualización
(circulación, transmisión, el fácil acceso a contenidos [Yuri]), pero no el
saber mismo.
Por
eso, Luis, no hay que tomar las denominaciones socio-mediáticas (“países del
tercer mundo”, por ejemplo) como si fueran conceptos de las ciencias sociales.
Esas nociones pertenecen a otro campo.
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