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viernes, 4 de abril de 2014

Idea sobre el corpus


Sabemos que, en ámbitos universitarios, hay quienes preconizan ideas como la de no llevar al terreno teorías a la hora de investigar, o la de extraer las categorías del objeto de investigación (o sea: no tomarlas de la teoría) [1]. Para nosotros, ideas como esas son propias de un ámbito en el que ciertas prácticas se reconocen como investigación; pero sabemos que, en otros ámbitos, el asunto sería de otra manera y tales prácticas no se considerarían investigativas… aunque también el nuevo ámbito, que no las reconoce, nombra las propias con la misma palabra ‘investigación’ (e, inmediatamente, se puede hacer objeto de descalificación desde otros lugares).

Ese otro ámbito al que nos referimos —y que escogemos para nuestro trabajo— tiene que ver con disciplinas teóricas; por ejemplo: la lingüística nació formulando que el punto de vista crea el objeto [2]; la física entiende que la teoría decide lo que podemos observar [3]; en la filosofía, ciertos objetos resultan visibles sólo a partir del momento en que su discurso los ha establecido [4]; por su parte, la sociología da por hecho que la observación está orientada por la teoría [5].

Estas ideas se constituyen en criterios que guían nuestra decisión. En tal sentido, tenemos unos documentos (las tesis de los estudiantes), sí… pero, de acuerdo con la perspectiva que decidimos asumir, diferenciamos entre corpus y objeto de investigación, pues consideramos que pertenecen a distintos niveles de análisis: el primero, el corpus, es sensible; el segundo, el objeto de investigación, es inteligible. Así, en el caso de la economía, el objeto de investigación no es la mercancía (sensible), sino más bien las relaciones sociales (inteligibles) que, entre otras, nos hacen creer que el objeto sería algo llamado ‘mercancía’ [6]. Tal “cosa”, en la medida en que usurpa el lugar del objeto de investigación, Marx la llamaba fetiche (o sea, el producto de una reificación). Entonces, tratamos de no investigar a partir de fetiches, de objetos reificados, sino de objetos abstracto-formales; para ello, por supuesto hay que pasar por los objetos empíricos, pero con el fin de ir más allá. La investigación siempre está enfrentada a fetiches, pues éstos se producen indefectiblemente en la vida social. Y ya veremos que hay un campo en donde se toman directamente los fetiches como si fueran el asunto mismo (y, entonces, se habla de hacer investigación con ellos). Así —valga la aclaración—, fetiche no es aquí peyorativo, sino descriptivo.


Notas

  1. El asunto no es reciente. De ahí que Aristóteles haya dicho: “Es necesario venir a la investigación conociendo los principios, y no aprenderlos en la investigación”.
  2. Dice el ginebrino Ferdinand de Saussure [1916:23], creador de la lingüista: «Lejos de preceder el objeto al punto de vista, se diría que es el punto de vista el que crea al objeto».
  3. Peter Watson [2002:284] cuenta que Werner Heisenberg relacionaba el momento de la formulación de su famoso Principio de Incertidumbre, con la inquietud que le producían las siguientes palabras de Albert Einstein: «Es la teoría la que decide lo que podemos observar».
  4. «Signos, peces y botones. Apuntes sobre semiótica, filosofía y ciencias humanas». En: De los espejos y otros ensayos. Cota: Debolsillo, 2012. Página 385.
  5. El oficio de científico. Barcelona: Anagrama, 2003. Página 42.
  6. Marx, Carlos. Contribución a la crítica de la economía política. México: Siglo XXI, 2005.

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